jueves, 6 de setiembre de 2012

TRIBUNA LIBRE

 
 
De la aldea global a la globalización económica y al fin de la privacidad

 
Fue en la década de los 60 que el filósofo canadiense Marshall McLuhan acuñó el término Aldea Global para describir lo que se veía venir en un futuro muy cercano. Los medios electrónicos de ese entonces, radio y televisión, cambiarían nuestra experiencia cotidiana en el planeta, pues pasaríamos de leer a solas sobre acontecimientos y lugares que no conocíamos a ver y a escuchar en vivo y en directo lo que acontecía a nivel mundial. El mundo, entonces, se convertiría en una aldea, en la cual como en la antigüedad, todos se conocerían y sabrían todo sobre ellos mismos. CNN primero, y luego las demás cadenas, demostraron la certeza de su diagnóstico.
 
Pero fue en la década de los 70 que David Rockefeller y Henry Kissinger reunieron a millonarios y políticos americanos, europeos y japoneses para crear la famosa “Trilateral Commission”, reacuñando el concepto de “aldea global” de McLuhan en globalización económica. Ahora vivimos en una aldea globalizada. El libre flujo de capitales sin fronteras entre los países así lo demuestra. Para conseguirlo, los trilaterales le demostraron a la Unión Soviética que mientras ella tenía que escoger entre producir cañones o producir mantequilla, los miembros trilaterales podrían producir ambos a la vez y con la mayor excelencia.
 
Ello fue demostrado en la Guerra del Golfo, en la cual Estados Unidos tenía una superioridad tecnológica nunca antes vista. Poco más tarde, Gorbachov desactivaba la Unión Soviética y las ex repúblicas abrazaban el capitalismo. China siguió sus pasos y adoptó el capitalismo bajo dictadura, la manera más eficiente de generar riqueza en el menor tiempo posible. Ello la ha llevado a ser la segunda economía mundial dentro de un mundo globalizado.
 
Sin embargo, en el ínterin, un señor llamado Bill Gates, desde la cochera de su papá, elaboraba una revolución informática; la cual potenciaría internet en sus inicios, haciéndola precisa, accesible y fácil de manejar. En consecuencia, la aldea de McLuhan, ya globalizada económica y financieramente, adquirió una existencia virtual, es decir, una existencia paralela y simultánea de todos los actos y productos humanos del día a día, ya sea para asuntos profesionales, financieros, académicos, personales y de ocio.
 
La aldea virtual viene permitiendo a la gente tomar decisiones y actuar disminuyendo la influencia de la prensa escrita y electrónica. El fenómeno de los hackers, Anonymous, Assange y sus wikileaks, DotCom y el megaupload (que aparente vuelve recargado), los virus para la guerra informática y otros, son apenas el comienzo del nuevo paradigma. Pagar las cuentas desde la playa por celular, o desde un tablet caminando por Jirón de la Unión a la hora de almuerzo mientras se ven las noticias en Palestina son cosas cotidianas en la aldea globalizada actual.
 
Eventualmente, no habrá código que no se rompa, secreto que no se sepa, ni acto privado que no sea público. Es reinventar la aldea global en su máxima crudeza, en una suerte de existencialismo globalizado en la cual la situación económica, social, personal y moral de los personajes será abierta para quien sea. Estamos, pues ante un nuevo mundo, un mundo transparente, auténtico y, evidentemente, inclusivo.

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