martes, 11 de setiembre de 2012

O P I N I Ó N

 

Huelga y vergüenza

 
No hay peor escena que la de niños pobres en la puerta de un colegio cerrado. Es una maldad que un niño, que no sabe y necesita Educación urgente, sufra una prolongada huelga magisterial.
 
Es un deber urgente la pronta solución de los reclamos justos de los profesores que sistemáticamente han sido paseados por los gobierno de turno. La última rueda del coche son siempre los maestros, aquellos que dan herramientas para la vida a los hijos de padres pobres que no tienen el dinero suficiente para enviarlos a los colegios que nunca hacen huelga y donde estudian, claro, los hijos de los ministros.

Es un deber moral la solución urgente de esta huelga. No debe esperarse que se convierta en un problema social de grandes magnitudes como la huelga de los médicos de Es
salud.

Si la idea es que la Educación sea el motor de desarrollo no podemos dar la vergüenza de ser un país con crecimiento y cifras macroeconómicas en azul, y con profesores en la calle exigiendo un sueldo digno.

El gobierno está en la obligación de solucionar el paro y los profesores, que conocen de nuestra realidad agreste, deben ser flexibles en sus pedidos, porque hay que ser un profesor inconsciente para prolongar una huelga por radicalismos inútiles.

Jamás debe romperse el diálogo, que es un arma vital para la solución de los problemas. El Sutep dice que quiere dialogar y el gobierno lo repite a cada rato y nadie entiende por qué hasta ahora no hay una mesa de consenso.

Si el culpable de que niños sin buena
salud ni buena alimentación es la mano dura del ministro de Economía, alguien debe decirle cómo deben hacerse las cosas en un gobierno que llegó al poder con la promesa de apostar por la Educación.
 
a democracia incipiente de este país que parece estar siempre en guerra puede mejorar con una Educación de calidad para los que menos tienen. Soñemos un poco. Con maestros de la Educación pública, como el recordado Raúl Porras, por ejemplo, se construiría una barrera segura contra aquellos que ven en la violencia y la sangre una forma de solución.

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