lunes, 17 de setiembre de 2012

A C T U A L I D A D


La noche en que el Perú se liberó de la corrupción y el autoritarismo

 
Alegría popular. La satisfacción por sentir que por fin Fujimori dejaba la Presidencia desbordó las calles de Lima. Se celebró hasta la madrugada.Un día como hoy, hace doce años, sucedió lo que parecía imposible. A las 9:15 de la noche, un adusto Alberto Fujimori anunció que convocaría a nuevas elecciones. Habían pasado apenas 49 días desde que se ciñó la banda presidencial por tercera vez, en elecciones fraudulentas, y 48 horas desde que la indignación nacional crecía, incontenible, por el video Kouri-Montesinos.
 
No pudo más su tambaleante gobierno y se desplomó. Esa noche, el Himno Nacional estalló en las calles y plazas del país.

 "Tras una profunda reflexión y objetiva evaluación de la coyuntura, he tomado la decisión de, primero, desactivar el SIN, y, segundo, convocar a elecciones en el inmediato plazo posible", anunció Fujimori, casi a la mitad de un discurso trasmitido en cadena nacional.
 
"La población esperaba con una mezcla de impaciencia e indignación el mensaje presidencial", recuerda la ex parlamentaria Anel Townsend. Y es que apenas se difundió el video Kouri-Montesinos –el 14 de setiembre del 2000–, Fujimori se mantuvo en silencio hasta el 16 por la noche, a pesar del reclamo generalizado que le exigía acciones firmes en sintonía con la vergüenza que sentíamos los peruanos frente a la corrupción.
 
Lo trascendente de ese anunció, dice, es que permitió que el país inicie un proceso de transición democrática y abrió las puertas para que buena parte de los integrantes de ese gobierno sean procesados y sentenciados.
 
"Hubo en esa semana una fuerte presión. Poco después de que se difundió el video, fuimos a la escuela militar donde decían que estaba escondido Montesinos para exigir que sea detenido. En esas circunstancias llega el anuncio de Fujimori de convocar a nuevas elecciones. Eso, en realidad, fue una salida para ganar tiempo", refiere.
 
En efecto, si bien en el mensaje presidencial Fujimori dejaba en claro que no participaría en las elecciones generales, no había dicho fecha, ni siquiera aproximada, de cuándo se realizarían los comicios generales.
 
Ese tiempo que ganó, en opinión del congresista Javier Diez Canseco, quien fue parte activa de la resistencia democrática en ese periodo, fue vital para evadir a la justicia y fugar del país en noviembre de ese año. Para lograrlo, Fujimori no dudó en sacrificar a su socio.
 
"En ese momento la relación Fujimori-Montesinos estaba fracturada. Hubo una puja por el control de los videos. No hay que olvidar que Fujimori manda a secuestrar a Huamán Azcurra, allana la casa de la esposa de Montesinos y lanza una operación de búsqueda donde aparece como el 'sheriff del oeste'", refiere.
 
Diez Canseco recuerda que en los años precedentes a la caída de Fujimori, en el país se vivía una creciente movilización ciudadana, similar a la que se observó en los países árabes que lograron la caída de regímenes autocráticos.
 
"Era lo más parecido a lo que hace poco se ha vivido en el mundo árabe. Era una ola creciente de rechazo, de repudio, de náuseas", dice.
 
Una de las manifestaciones más grandes de ese periodo fue la 'Marcha de los 4 suyos', que buscó impedir que Alberto Fujimori juramente como presidente por tercera vez.
 
No fue, sin embargo, la única. Juan José Gorritti, entonces secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), cuenta que la primera movilización en contra del gobierno de Fujimori se convocó en 1996.
 
Al principio, recuerda, salían los trabajadores y algunos sectores democráticos, luego se sumaron los estudiantes. Ese clima de movilización y el descrédito del gobierno de Fujimori, en opinión de Gorritti, alentaron la entrega del video Kouri-Montesinos.
 
Una de las lecciones poco aprendidas tras la caída de Fujimori y Montesinos, según Diez Canseco, es la vigencia que todavía que tiene el fujimorismo a pesar de que ese era un régimen lleno de corrupción, autocrático y con acusaciones de violación de derechos humanos.
 
GANÓ EL PERÚ
 
Cuando Fujimori terminó su discurso, a las 9:30 de la noche, la calle era toda algarabía. Cientos de personas corrían por el Jirón de la Unión rumbo a la Plaza Mayor. Otros se concentraban en la plaza San Martín, el parque Kennedy de Miraflores y en Barranco. Saltaban y se abrazaban. "Ya cayó, ya cayó, la dictadura ya cayó", "Vladi a Yanamayo", coreaban.
 
Esa noche se cantó el Himno Nacional tantas veces como fue posible. Hubo gente en la calle hasta las dos de la mañana. El "Chino" había caído, y con él su entorno de corrupción.
 
SOLO ALLEGADOS LO ACOMPAÑARON EN PALACIO
 
Alberto Fujimori dio su mensaje presidencial desde Palacio de Gobierno, acompañado de militares, ministros y parlamentarios allegados a su gobierno.
 
Tras la difusión del video Kouri-Montesinos, su paradero fue un misterio, lo que alentó un reguero de rumores como aquellas que decían que estaba retenido en la Base Naval del Callao mientras que Montesinos permanecía, también retenido, en el Pentagonito.
 
Antes de ser lanzado el discurso en cadena nacional, llegó a Palacio de Gobierno Federico Salas Guevara, quien en ese entonces era el presidente del Consejo de Ministros, además de militares y miembros de la Marina de Guerra.
 
Fueron convocados también Martha Hildebrandt, la entonces presidenta del Congreso Luz Salgado y Víctor Joy Way. A todos ellos Fujimori les hizo conocer su decisión poco antes del mensaje.
 
Debido a que el mensaje presidencial se lanzó pasadas las nueve de la noche, La República cambió gran parte de su edición ese día. Editores y periodistas regresaron al diario al enterarse de la noticia y elaboraron bajo el mando de nuestro director, Gustavo Mohme Seminario, una amplia cobertura con el mensaje y las implicancias del anuncio. "Nace un nuevo Perú" fue el titular.
 
 
 
Fonafe vs. EsSalud
 
 
 
La anunciada reestructuración de Essalud, como lo ha señalado el Decreto Supremo Nro. 016-2012-TR, publicado el 12 de setiembre, debe pasar necesariamente por el corte de las ataduras que tienen sometida a esa institución al Fonafe y la recuperación plena de su independencia.
 
Esa necesidad es perentoria en la medida que los hechos han demostrado que el sometimiento de la administración de Essalud al control del Fonafe, no ha dado como resultado una mayor eficiencia de la entidad, ni ha coadyuvado a la solución de los graves problemas que sufre y que determinan una crisis que no ha sido causada por quienes la conducen actualmente, sino que ha sido heredada de gobiernos anteriores.

La sujeción al Fonafe parece haberse limitado a inmovilizar a Es
salud y bloquear o demorar decisiones que deben ser ágiles y oportunas. También parece haber sido una rémora en la reciente huelga, cuyas víctimas han sido los asegurados, los enfermos que aportan mes a mes sus pagos, para contar con la garantía de ser atendidos cuando sea necesario. Todo indica que Essalud, libre de las cadenas del Fonafe, hubiera tenido mayor margen de juego y poder de decisión para darle solución al lamentable conflicto.
Hay que recordar también que el sometimiento de la institución fue una extraña y poco atinada decisión del anterior gobierno (año 2010), que no ha pasado la prueba del tiempo para demostrar su viabilidad. Por el contrario, la experiencia ha sido negativa y los perjuicios han sido mayores que los beneficios.

Por lo demás, como bien han señalado expertos en la materia, Fonafe fue creado para supervisar a las empresas estatales –tarea que también ha sido objeto de críticas que no es momento de ventilar en este comentario- y Es
salud no es una empresa estatal, sino patrimonio de los aportantes, es decir de los empresarios y los trabajadores, incluyendo a los del Estado.

Por otra parte, si la idea del gobierno anterior fue velar por el buen manejo de Es
salud, hay normas específicas que establecen mecanismos de control legal sobre los recursos y la administración de Essalud, que hacen innecesario que exista suplementariamente el insólito control de Fonafe.

Por cierto, ese control no pudo impedir las irregularidades, el caos y otras calamidades que dejaron las gestiones previas.

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