miércoles, 25 de abril de 2012

N A C I O N A L



QUÉ LES PARECE A LOS TALAREÑOS LA PRESENTE OPINIÓN DEL DIARIO COMERCIO DE LIMA?



Que llegue ya la Navidad


Hace unos meses el Gobierno anunció que a mediados de abril se realizaría una oferta pública inicial para vender en la Bolsa de Valores de Lima un porcentaje de las acciones de Petro-Perú.

El miércoles, sin embargo, el ministro de Economía informó la postergación de esta operación hasta que la petrolera obtenga grado de inversión. Como aligerando la noticia, el ministro también aseguró que la espera no sería tan larga: a fin de año debería venderse el 20% de las acciones de la compañía. En esta página seremos de los primeros en celebrar la llegada del día en que finalmente se cumpla esa promesa.

Aunque la fiesta será solo a medias, pues, como más de una vez hemos explicado, Petro-Perú debería vender no el 20%, sino el 100% de su propiedad. Su sola existencia viola la Constitución, que prohíbe al Estado realizar cualquier actividad empresarial que pueda ser prestada por privados; es decir, justo a lo que se dedica hoy la petrolera. Esta prohibición no es gratuita.

 Las empresas estatales suelen ser ineficientes ya que los funcionarios públicos, al invertir dinero de los contribuyentes, no tienen el empuje de quienes ponen en juego dinero propio. Además, como el Gobierno tiende a considerar “estratégicas” a sus empresas, tiene la mala costumbre de utilizar los impuestos que pagamos todos para financiar su rescate cuando naufragan y quiebran por su propia ineficiencia. Quien no esté de acuerdo puede revisar la historia de las empresas públicas peruanas, que está ahí, precisamente, para despejar las dudas de los escépticos.

A pesar de no ser el ideal, la intención del Gobierno de vender el 20% de las acciones de Petro-Perú es una muy buena noticia. Si el Estado ha decidido no privatizar la empresa, resignándose a seguir tropezando con la misma piedra, debe tratar al menos de evitar estrellarse contra el suelo.

Y es que, cuando por lo menos una parte de la propiedad de la petrolera se encuentre en manos privadas, habrá alguien dentro de la empresa interesado en evitar que se tomen decisiones guiadas por populismo y que no persigan la rentabilidad. Si no lo hace, después de todo, podrá perder su dinero. Estas mejores decisiones terminarán beneficiando no solo a Petro-Perú y a sus inversionistas, sino también a los contribuyentes, quienes enfrentaremos un riesgo menor de terminar subsidiando sus eventuales pérdidas.

La bolsa de valores, además, se convertirá en una vitrina donde cualquier acto de ineficiencia o corrupción será expuesto con mayor claridad. Al cotizar en ella, la compañía estatal se verá forzada a publicar periódicamente su información financiera, así como todo hecho de importancia para sus accionistas, terminando con el secreto bajo el que hasta el día de hoy pueden realizarse algunas de sus operaciones.

Los precios de las acciones listadas en bolsa, por otro lado, servirán como silbatos que alerten sobre una mala gestión, pues los inversionistas privados castigarían las malas decisiones empresariales vendiendo sus acciones, lo que generaría que su precio baje. Esto, a su vez, enviaría al mercado la señal de que algo está fallando en el manejo de la compañía y facilitaría notar si Petro-Perú se encontrase mal gerenciado.

Sería bueno, eso sí, que la participación del capital privado en la compañía estatal fuese aún mayor que el 20%, pues se podrían obtener ventajas aún más considerables. Un estudio en varios países realizado por la prestigiosa consultora McKinsey encontró que aquellas empresas en donde el Estado solo tiene un porcentaje de acciones minoritario logran una productividad 70% mayor que aquellas donde es el único propietario. Y otro estudio de la OECD muestra que la productividad de las empresas privadas es el doble que la de las estatales.

No hay duda, entonces, de que si se cumple el anuncio del ministro Castilla, recibiremos una muy buena noticia en diciembre, pues mucho se puede avanzar vendiendo el 20% de las acciones de Petro-Perú. Aunque, de todas formas, guardamos el más sincero deseo de que el ministro de Economía venga con otros cuatro regalos iguales a este la próxima Navidad.



Bin Laden quería otro ataque como el 11-S para acabar con EE.UU.



Un británico que hace una década recibió entrenamiento para cometer un atentado con explosivos ocultos en sus zapatos, afirmó que Osama Bin Laden le dijo poco después de los ataques del 11 de setiembre de 2001 que creía que un segundo golpe terrorista podría acabar con la economía de Estados Unidos.

Saajid Badat aseguró en un testimonio videograbado que tuvo una reunión con el fundador de Al Qaeda. El video fue reproducido el lunes para un jurado federal en Brooklyn.

“Dijo que la economía estadounidense es como una cadena”, relató Badat. “Si rompes uno, un eslabón de la cadena, toda la economía se caerá. Así que, después de los ataques del 11 de setiembre, esta operación arruinará a la industria de la aeronáutica y a su vez toda la economía se vendrá abajo”, dijo Bin Laden citado por Badat.

ATENTADO AL METRO DE NUEVA YORK

Badat, de 33 años, fue encontrado culpable en Londres de participar en un complot en 2001 para derribar, con explosivos ocultos en los zapatos, un avión de pasajeros de American Airlines en un vuelo de París a Miami. Su testimonio fue presentado en el proceso federal de un hombre implicado en una confabulación de 2009 para atacar el metro de Nueva York con ataques suicidas con explosivos.

Badat dijo que debía ejecutar un ataque con explosivos simultáneo a otro de un fallido agresor con explosivos en los zapatos, identificado como Richard Reid. En un testimonio grabado el mes pasado, Badat explicó que rechazó una petición para testificar en persona debido a que sigue acusado en Boston de confabularse con Reid y que se le dijo que sería detenido si llega a Estados Unidos.

El video de su testimonio fue reproducido poco antes de que la fiscalía llamase a declarar a un estadounidense de Long Island que viajó a Pakistán en 2007 y se unió a las fuerzas de Al Qaeda en un ataque contra soldados estadounidenses. Este, llamado Bryant Neal Vinas, testificó que recomendó que Al Qaeda atacara con bombas un ferrocarril de Long Island y una tienda Walmart, aunque la idea no fue aceptada.

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