miércoles, 28 de noviembre de 2012

PRENSA PETROPERÚ

 Petroperú se suma a campaña contra la violencia terrorista
 
Como una forma de hacer memoria en los jóvenes sobre la barbarie terrorista que se vivió en el país, Petroperú organiza un ciclo cultural donde se difundirá videos, muestras pictóricas y charlas magistrales sobre lo que representó la subversión en el Perú.
 
De esta manera se retratará el horror y la angustia que vivieron los peruanos en esos años y que hoy determinados grupos extremistas pretenden reivindicar.
 
En esta ocasión, Petroperú invitó a la ex defensora del Pueblo, Beatriz Merino y al vice Ministro de Derechos Humanos José Ávila Herrera, para que ofrezcan una conferencia magistral, con los temas “Causas y Consecuencias de la Violencia Terrorista en el Perú” y “Derechos Humanos en el Perú”.
 
La exposición se realizará este jueves 29 de noviembre a las 10:00 horas en el auditorio del rectorado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
 
Asimismo, Petroperú proyectará del viernes 7 al jueves 20 de diciembre, una serie de películas peruanas que reflejan los duros años de la violencia senderista.
 
Destacan, entre otros, filmes como “Cuchillos en el Cielo”, “Gregorio”, “La Boca del Lobo” y La Teta Asustada”; dicho ciclo es gratuito y se realizará en el auditorio de Petroperú en el distrito de San Isidro.
 
Igualmente, se presenta la muestra fotográfica “La Verdad Sobre el Espanto” de la Revista Caretas, con las más impactantes imágenes de su archivo fotográfico sobre aquellos años.
 
 
 
Secretos del 13 de noviembre
 
 
A las 9 de la noche del 12 de noviembre de 1992, hace 20 años, el general Jaime Salinas Sedó salió del departamento 701, donde había estado de incógnito los tres últimos días, en el séptimo piso de Camino Real 845, para dirigirse a un taller de mecánica desde donde se definiría en pocas horas el destino del Perú.
 
Siete meses después del golpe de Estado del 5 de abril, que abrogó la democracia y convirtió a Alberto Fujimori de presidente electo en dictador, Salinas Sedó se preparaba a dirigir una acción militar cuyo objetivo era reconquistar la democracia.
 
Salinas junto con un grupo pequeño de conspiradores demócratas, entre los cuales destacó el entonces presidente del Senado, Alberto Borea, se organizaron desde junio de 1992 para derrocar a la dictadura de Fujimori y Montesinos. No solo había un mandato constitucional sino la orden del Congreso de llevar a la presidencia a Máximo San Román, investido como tal por el aquel poco después del golpe de Fujimori.
 
Las acciones deberían empezar a ejecutarse desde las tres de la madrugada del 13 de noviembre con la captura de Fujimori, la de Nicolás Hermoza Ríos y la neutralización de Montesinos (la forma precisa de esa neutralización no está del todo clara. Algunos documentos se refieren a una ‘eliminación’, otros anuncian ominosamente un suicidio, que algunos veteranos del 13 de noviembre explican hoy como ‘un psicosocial’, afirmando que se trataba de capturar también a Montesinos).
 
A las ocho y media de la mañana del día siguiente, de acuerdo con el plan, el país despertaría a una realidad bruscamente cambiada en las cinco horas previas, con todo dispuesto para recibir en Palacio a Máximo San Román.
 
No era una conspiración aislada. El número de altos oficiales del Ejército, la Aviación y la Marina que se preparaban para plegarse al movimiento incluía a jefes de región y a muchos oficiales con mando de unidades operativas. Su adhesión iba a ser virtualmente automática en cuanto se tuviera noticia del éxito de la operación de captura de Fujimori, Montesinos y Hermoza.
Al salir del departamento de Camino Real, a las 9 de la noche del día 12 de noviembre, Salinas Sedó no lo dejó vacío. Una hora antes había llegado el dueño del departamento, el empresario Julio Vera Gutiérrez, con su secretaria, una computadora, impresora y harto papel. Lo acompañaba el asesor político Augusto Rázuri. Poco después llegaron dos militares con formación jurídica, para redactar varios de los decretos que iban a ser proclamados en la mañana siguiente.
 
Después que se fue Salinas, uno de los dos ayudantes que habían estado con él desde el ingreso clandestino de aquel por Tacna a comienzos de noviembre: el mayor EP (r) Salvador Carmona, cerró con llave desde fuera las puertas del departamento de Camino Real, para asegurarse de que las personas que quedaban adentro no pudieran salir ni comunicarse con nadie. El nuevo gobierno les abriría las puertas por la mañana.
 
El ‘centro de comando’ se había establecido en un taller mecánico de Carmona en el número 4460 de la avenida República de Panamá. La seguridad, que nunca fue el punto más fuerte de los conspiradores democráticos, se relajó marcadamente en las últimas horas previas a la acción. En determinado momento, recuerda uno de los asistentes, había tanta gente (cerca de 200 oficiales de la FFAA) que la reunión “parecía una pollada”.
 
Hacia la medianoche, sin embargo, se hizo evidente que la acción no iba a prosperar ese día. El militar en actividad que debería tomar el mando formal de las acciones, el general EP Luis Alcántara, no llegó al taller tal como, según Salinas Sedó y otros, se había comprometido. Salinas Sedó decidió entonces aplazar la acción por unos días más.
 
Pero antes de la medianoche, el gobierno de Fujimori se movilizaba para sofocar el movimiento de los militares demócratas. El operativo militar fue puesto en manos del jefe de la 1ra. División de Fuerzas Especiales, general EP Luis Pérez Documet.
 
En su “Parte de Operaciones Nº 567 LPD”, escrito el mismo 13 de noviembre de 1992, en Las Palmas, Pérez Documet escribe que: “1.- El suscrito recibió la Orden [verbal, de Hermoza] de capturar a todos los que se encuentren en el interior y/o a personal que llegue a los siguientes inmuebles: a) Av. República de Panamá Nº 4460, b) Av. San Borja Sur Nº 1134, departamento 303.
 
2.- Inmediatamente me constituí a la Comandancia de la 1ra. Div FFEE y puse en ejecución el Plan de Recojo de Oficiales”.
 
Es evidente que por lo menos Hermoza estaba informado esa noche de lo que iba a ocurrir. También Fujimori, que en lugar de refugiarse en Palacio, en la Comandancia General del Ejército o en el SIN, como suponían los conspiradores demócratas que iba a suceder, huyó a la Embajada de Japón.
 
¿Cómo supieron Fujimori y Hermoza de los preparativos para derrocarlos y capturarlos? Es casi seguro que hubo más informantes, pero por lo menos dos documentos de inteligencia, que sobrevivieron la caída del fujimorismo, revelan cómo se informó el gobierno de la conspiración de Salinas Sedó.

 

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