miércoles, 28 de noviembre de 2012

O P I N I Ó N

“Esta obra me enseño a ser escritor”

 
Según el narrador, poco se imaginaba que este libro pudiera legar a tener la repercusión que ha tenido al iniciar la escritura en una tasca madrileña hoy desaparecida. Indicó que le achaca a una cadena fortuita de hechos que esta obra haya llegado a imprenta y tenido la acogida que tuvo.
 
Telegrama esperado
 
Vargas Llosa recordó por ejemplo, que ya estaba escribiendo su segunda novela, La casa verde, desanimado por la nula respuesta de las editoriales a las que había mandado su libro, cuando recibió un telegrama de Carlos Barral que le cambiaría la vida proponiéndole publicarlo.
 
Nombre providencial porque le sugirió presentarlo al concurso Novela Breve que luego ganaría.
 
En la ceremonia reveló anécdotas como los cambios que le exigió la censura franquista para permitirle publicar. Por ejemplo, le hicieron variar cetáceo por ballena y prostíbulos por burdeles en pasajes relativos a militares y religiosos por considerar que así no se afectaría a las instituciones que representaban.
 
Asimismo, declaró que ingresar al colegio militar Leoncio Prado significó una gran aventura para él. Recordó que desde esa época fantaseaba con que la experiencia que allí vivió sirviera en algún momento de insumo para alguna obra de ficción. En ese sentido, consideró que vivir en el extranjero, gracias a una beca para estudiar un doctorado, le sirvió para tener perspectiva de lo que quería contar.
 
Agregó que el colegio fue muy importante en su vocación, pues allí descubriría a varios libros que lo marcarían. "Sería injusto decir que fui infeliz en mi paso por Leoncio Prado. Tenía el colegio sus compensaciones. El internado me daba muchas horas para leer." Entre otros títulos, destacó a Los miserables de Víctor Hugo.
 
También bromeó que fue allí donde tuvo a su primer "agente literario", un compañero que se llama Víctor Flores Fiol. "Él vendía las cartas de amor y las novelas pornográficas que parece tenían buen mercado", bromeó.
 
En la mesa de honor estuvo acompañado por el director de la Biblioteca Nacional, Ramón Mujica, el presidente de la Academia Peruana del Libro, Marco Martos, y el narrador Alonso Cueto.

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