martes, 6 de marzo de 2012



A PROPÓSITO DEL ANIVERSARIO DE

LA PROVINCIA


Talara ciudad abierta



Pasado un año de la “Toma de Talara”, entiéndase Yacimientos Petroleros de la Brea y Pariñas, hecho históricamente registrado el 9 de octubre de 1968, se concitó la declaratoria de “Talara Ciudad Abierta”, decisión tomada por la administración del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, presidido por el General de División Ejército Peruano, Juan Velasco Alvarado.

¿Qué significado tuvo, tiene y tendrá esta declaratoria para Talara? Significativamente a ciudadanos de otros pueblos del Perú, podría resultarles extraño esta sui-generis fórmula de calificación. ¿Fue acaso un extraño proceder de aquel gobierno, por qué el ímpetu de la propuesta? Cotejando lo que ocurría y lo que devino, se podrá apreciar quizá la verdadera intención que motivó a Juan Velasco Alvarado.

Muchos observadores apreciaron que Talara hasta 1968 fue un campamento laboral, donde se encontraba acantonada desde 1914 la empresa transnacional Internacional Petroleum Company (IPCº). En el rigor de la interpretación de ese concepto “Campamento”, aquella empresa operaba todas las políticas de servicios, modus vivendis, ornato público, administración de escuelas, salud sólo para sus trabajadores y familiares directos. Hasta las pequeñas disciplinas deportivas, eran impulsadas con el apoyo de la IPCº; y no olvidemos que fue esta empresa petrolera quien diseñó y construyó, en el año 1948, mil viviendas que constituyeron el basamento de la ciudad.

Seguramente basado o atrapado en una conciencia de peruanos, tanto el General Velasco Alvarado como el mismo pueblo talareño, deseaban que las decisiones -aún así fueran benéficas- fueran tomadas por los peruanos. Que todo lo hicieran los gringos incomodaba el ego, hería talvez la conciencia (Nacionalismo Velasquista). En el espíritu peruanista se percibía una lesión, semejante a la que se vuelve a sentir ahora con la presencia de nuevas transnacionales petroleras como Petrobras, Petrotech, Sapet y otras.

Hasta que un año después de la Toma de los Yacimientos de la Brea y Pariñas el 9 de octubre de 1968, el gobierno con su Estatuto Revolucionario “El Plan Inca”, declaró “Talara Ciudad Abierta”. Históricamente debería entenderse como el término del predominio, imposición de un reinado yanqui, fin de la explotación ilegal de nuestros recursos, fin a la ignominia de lesa nacionalismo.

Las primeras decisiones que imprimían las características de esa “declaratoria”, fueron la demolición de las “Garitas de Control”; primero de ingreso a la ciudad en el sector de Santa Lucía; y poco después las garitas de acceso a Punta Arenas, sector donde se ubicaban las viviendas del personal Staff. La nueva empresa peruana Petróleos del Perú, al asumir la administración de la industria, mediante un convenio suscrito con las organizaciones sindicales representantes de los trabajadores, se desligó previa ridícula compensación de todos los servicios de la ciudad, trasladándolos al gobierno local, así como el sistema educativo al Ministerio de Educación.

Este transcurrir de vida que muchos llamaron “mal paternalismo” concluyó en 1968. A partir de entonces, esta ciudad -hoy provincia petrolera- encara otra realidad; la verdadera realidad que viven los pueblos del Perú. Al abrirse las puertas para recibir a la Talara Ciudad Abierta…hoy nos preguntamos… ¿Abierta a qué?

Un campamento laboral de aproximadamente mil a tres mil familias, hoy tenemos una población de 70 mil; a partir de entonces se produce una migración acelerada que redunda en la formación de aproximadamente 200 Asentamientos Humanos. Talara hoy convive con uno de los índices más elevados de delincuencia. Se produjo desde entonces una controversia social geométrica. Hoy en día muchos sectores con sus servicios tienen connotación de deplorable ante la carencia de agua, alcantarillado y energía eléctrica.

Definitivamente no fue un buen negocio para la ciudad petrolera esta declaratoria, seguramente tarde o temprano había de venir por su propio peso. Los negociadores de este status, debieron haber tomado las máximas preocupaciones, no por desear haberse mantenido bajo la hegemonía de la transnacional; Talara después de la Toma, mereció un mejor destino.

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