jueves, 8 de marzo de 2012



A PROPOSITO DEL ANIVERSARIO DE LA

PROVINCIA DE TALARA




"ARTICULOS PARA LEERLOS SIEMPRE"



Periodismo y Comunicación Social: La obligación del cambio


En el Perú una gran parte de su población afronta el problema de una deficiente cultura ciudadana. Este problema es tan estructural que no sólo está en la gente sencilla, común y corriente; sino también en aquellos que tienen una formación académica incluso con título profesional. Además la clase política que debería ser la más importante protagonista de la educación ciudadana, muchas veces, resulta ser parte del incremento del problema, porque sus militantes y simpatizantes no están formados en cultura democrática, capacidad para gobernar y hasta sus más connotados cuadros que llegan a la administración del Estado, en reiterados casos, no practican la ética.

Pero construir un país con cultura democrática y práctica de ética no solamente es tarea del hogar, la escuela y la clase política; sino que hay otro sector que peligrosamente ha desnaturalizado su rol de “Cuarto Poder” y se ha constituido en un medio autoritario de la deformación de la conciencia cívica de las personas. Estos son el periodismo y los medios de comunicación social.
Como muchos sabemos, la década de los 90 fue el periodo de la mayor manipulación psicosocial ocurrida en el país, repitiéndose en la historia peruana las malas enseñanzas del ministro de propaganda nazi Paul Joseph Goebbels, quien fue el padre de aquella estrategia, aún vigente y que en pleno siglo XXI siguen usando algunos periodistas y comunicadores sociales a través de los medios: “Miente, miente…que algo queda”

Hace unos años, Vladimiro Montesinos quien fuera el que aplicó esta estrategia en el Perú de la década de los 90, se auto condenó a cadena perpetua y pidió disculpas por todo lo malo que había realizado, pero ¿bastaba la simple disculpa, cuando su acción manipuladora a través de ciertos personajes que estuvieron repartidos en todo el país contribuyeron a que tengamos una población mediocre e indigna, tan fácil de manipular que ante la incapacidad que demostró el ex presidente Toledo, llegó a pensar que era preferible que retornara al gobierno el dictador mafioso Alberto Fujimori.

La manipulación psicosocial no solamente fue obra de Montesinos y los Borobio; sino que a ello también aportaron su cuota una buena parte de periodistas, comunicadores y medios de comunicación social que no tuvieron y no tienen un comportamiento cívico y reflexivo respecto a su actuación. Cuántas veces, por ejemplo, al propalar publicidad del gobierno de turno, los convierte en cómplices del atraso y subdesarrollo. En otros casos, algunas empresas para no tener críticas del maltrato que cometen contra sus trabajadores financian espacios de comunicadores que terminan por convertirse en cómplices de la explotación. Estas actitudes no hacen más que ratificar el histórico matrimonio entre la prensa y el poder político y/o empresarial.

Una buena parte del sector denominado “El Cuarto Poder” tranquilamente no puede autodenominarse periodista o comunicador social porque debe pesar en su conciencia la responsabilidad de haber privilegiado la mercantilización antes que la tarea de educación cívica que dote al ciudadano del ejercicio de su dignidad y de sus derechos, que valore la democracia y sea partícipe de ella como Estado.

Causa mucha pena que proliferen programas conducidos por elementos que actúan de una manera chabacana en una difusión de sus “noticias” y como la comunicación social no deja de tener impacto, resulta que los oyentes terminan siendo también chabacanos e ingresando al acumulado ejército de personas carentes de personalidad y criterio cívico, manipulados por un irresponsable que lo único que le interesa es gozar de la buena paga que realizan sus patrocinadores, gobiernos de turno y/o empresas que lo contratan.

Lamentablemente, en el país, se hace uso indebido de la libertad de expresión, con fines que no educan a las personas y que al contrario deforman la conciencia.

En este sentido, los gremios periodísticos y de los medios de comunicación en nuestro país deberían deslindar con los antivalores ya que hasta ahora no nos consta que lo hagan de una manera sincera y efectiva, permitiendo que los ciudadanos peruanos continúen menospreciando la democracia y siendo víctimas de la mediocridad y vulgaridad.

Antes que celebraciones y auto elogios, periodismo, comunicadores y medios de comunicación social están obligados a examinarse con sinceridad, rectificar su forma de conducta y ser honrados con el sensible trabajo de la generación de opinión.

No hay que olvidar que la palabra es una de las armas más afiladas y ser un periodista y/o comunicador responsable es pensar en las consecuencias. Los periodistas y comunicadores sociales deben educar la conciencia personal y tener más claro los valores.

CORTESIA DE ASPETA

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