martes, 17 de julio de 2012

POR RICHARD KINBOLL




D E S DE     M I    E S Q U I N A


EL PERDÓN DEL PRESIDENTE OLLANTA HUMALA



A despecho de lo que digan muchos periodistas con pluma y pensamiento de alquiler, existen buenos escribas que se siente obligados en utilizar la libertad de opinión, la independencia plena, para decir la cosas correctamente en este Perú.


Yo me sumo a ellos, a esta formulación que exalta y llena la personalidad, satisface los principios éticos que constituyen el deber periodístico. Si estoy de acuerdo con todas las convicciones que determinan la exigencia de una disculpa del Presidente, a Cajamarca, y a todos los pueblos, a quienes se les ofertó una cualidad de solución a sus demandas, y luego surgió la antítesis.


Específicamente sobre la situación de Cajamarca; si todos los peruanos manejáramos bien los juicios, coincidiríamos, que moralmente somos testigos que en el tiempo electoral, se ofreció que el Proyecto Conga no iba, y ahora deliberadamente se cambió de opinión. No se trata en señalar que el proyecto, la inversión es mala, sinó que debemos ser justos y soberanamente responsables, para sancionar a los gobernantes que le mienten al pueblo.


Bajo ninguna forma, el Perú debe admitir el precedente que un Presidente gobierne en base a la mentira; el Perú y los peruanos no merecemos esto. Cuando un Presidente miente, el Congreso de la República y demás mecanismos de justicia, deben aperturar un juicio constitucional, por la gravedad que contrae la coyuntura.

Ese cambio de opinión y decisión del Presidente, ya cobró cinco vidas en Cajamarca, abusivamente se ha establecido un estado de emergencia, y se movilizan mil y un mecanismo para desprestigiar a sus autoridades, se entroniza una política intimidatoria conculcando los derechos ciudadanos. Porque se trata que la ley es inexorables, todos somos iguales ante ella, debe admitirse que el Presidente le mintió al pueblo de Cajamarca, y lo menos que debe ocurrir, es que todos los peruanos lo escuchemos pedir disculpas por jugar con sus expectativas sociales, históricas, su patrimonio y riqueza ancestral.


En esa aventura del cambio de pareceres, de irse de un extremo a otro, a partir de entonces, muchos pueblos y regiones del Perú, van a sentirse temerosos, va a cundir en ellos la desconfianza, se va a perder la credibilidad; y al final de todo, puede sobrevenir una grave convulsión social que afecte la paz y tranquilidad del país.


El cambio de opinión con la gobernabilidad de Cajamarca, también ocurre por ejemplo con el pueblo petrolero de Talara, a quien se ofreció conceder democracia, justicia, equilibrio al manejo de la política petrolera, en manos de poderosas empresas extranjeras, que precisamente, no están cumpliendo con lo expuesto en los contratos petroleros, convertidos hoy, en instrumentos lesivos al Estado Peruano.


Y esa respuesta viril y consecuente de toda la región de Cajamarca, perfectamente puede seguirla el pueblo petrolero de Talara. Máxime hoy cuando el Ministerio de Energía y Minas y otros voceros del gobierno, deslizan su intención en desconocer la Ley 28840, que enmarca el Fortalecimiento empresarial de Petroperú. Con esta presunta medida, se pone en riesgo el futuro de Petroperú, toda vez, que asumiendo un endeudamiento de 1,300 millones de dólares, se le obligaría en desventaja y riesgo financiero-empresarial, a seguir comprando el crudo petrolero a las mismas transnacionales y a precio internacional.


Todo una controversia de concepto que afecta al Presidente Ollanta, un desentendimiento de su nacionalismo que ofertó al pueblo peruano, que hoy se traduce en una pugna por continuar con el favorecimiento a quienes explotan irracionalmente nuestros recursos. Por ello, el Presidente debe rectificar su desencuentro ideológico, y pedir disculpas al Perú.

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