domingo, 26 de junio de 2011

INFORME ESPECIAL…

Desastres…

Una derrota carísima (*)
                                                              
Fueron camionadas de volantes, kilómetros de muros y paredes con la efigie de la candidata y el tótem del patriarca, incontables minutos de radio y TV machacando lo mismo: o Keiko o el abismo. Un temerario amor al peligro ha hecho que el pueblo peruano prefiera el enigma antes que la pútrida certeza. Al final, los crespos hechos y los millones despilfarrados ¿a qué ilustres cabezas pertenecen? No es tan fácil adivinarlo.

¿Quién bancó a Keiko Fujimori? ¿Qué empresas le permitieron la millonaria campaña que al final fracasó? Podemos empezar citando a las empresas que se beneficiaron mayúsculamente con el gobierno de Alberto Fujimori. Es el caso del Grupo Gloria, de los hermanos Rodríguez Rodríguez. El conglomerado es uno de los más grandes y poderosos: concentra el 75% de la producción de leche del país y tiene 60 mil hectáreas de cañaverales en los valles del norte. Resulta que el Grupo estuvo muy vinculado con el clan Fujimori desde la década de 1990.

“En 1998, Vito Rodríguez, uno de los hermanos, fue quien le compró a Alberto Fujimori  la famosa casa de Surco por 620 Mil dólares mediante una empresa intermediaria que tenía ingresos de tan solo 58 Mil Soles”, dice el congresista Javier Diez Canseco. “Luego Fujimori padre usaría la venta e este terreno como coartada para justificar la exclusiva educación que les pagó a sus hijos en universidades del extranjero  (costeada en 1 Millón 225 Mil dólares), entre ellos los estudios de la ex candidata de Fuerza 2011 en la Universidad de Boston”, agrega. Otro episodio significativo de la lealtad de los dueños de Gloria con los Fujimori, según el congresista, fue el aporte de 970 Mil dólares en la campaña reeleccionista de Alberto Fujimori el 2000.

Y es que la vía láctea que comunica a los fujimoristas con el Grupo Gloria no es gratuita. De ahí la insistencia del ex ministro fujimorista, Absalón Vásquez (resucitado en estas elecciones), en oponerse a la propuesta de Humala Tasso que apunta a limitar la compra de tierras agrícolas. Reynaldo Trinidad, director del programa Agronoticias, señala que “la negativa de Vásquez es una tácita protección a la concentración de tierras del Grupo Gloria en la costa, la más grande desde el último latifundio existente antes de la Reforma Agraria”

Otro grupo que apuntó misiles en la campaña de demolición contra la candidatura de Humala fue, definitivamente, el Grupo El Comercio. Un nombre clave fue Martha Meier Miró Quezada, quien hasta antes de la carrera electoral pasaba piola como una de las sombras tras el directorio del conglomerado mediático. Durante la segunda vuelta, sin embargo, El Comercio se convirtió en la media naranja de Keiko Fujimori. En esa tarea de hacer del decano un instrumento de la mafia política más vasta de América Latina, destacaron los escritos eventuales de doña Martha y las entregas casi diarias de un gacetillero estajanovista como Juan Paredes Castro, que dobleteó su papel de adjunto de Keiko en la muy fujimorista emisora Radio Programas del Perú (RPP). Martha Meier había postulado el 2000 al Congreso por la lista fujimontesinista de Perú 2000. Le dieron el número 117. Salió infinitamente última, pero eso no le importó. Hay una foto suya en la que se le ve abrazada a la feroz Martha Chávez.

A la derecha del mamut de El Comercio estuvo el tiranosaurio vocacional de Perú.21, su hijo clasemediero. Su director, Fritz DuBois, fue jefe del gabinete de asesores de la cartera de Economía de dos ex ministros fujimoristas: Carlos Boloña y Jorge Camet. Además, por diez años -entre 1998 y 2008- ocupó puestos claves en el Instituto de Economía Peruana (IEP), uno de los centros académicos más conspicuos del conservadurismo nacional. De allí que DuBois acatara con entusiasmo de militante la orden del directorio de El Comercio, un cónclave donde se sientan las empresas de Graña y Montero y el conglomerado de intereses chilenos, representado por el abogado Emilio Rodríguez Larraín.

“Detrás del grupo El Comercio están Graña y Montero y Lan Chile”, afirma Javier Diez Canseco. Graña y Montero es la constructora más poderosa del país y la empresa más influyente del grupo ECO, donde ya posee una fracción importante de acciones. En Graña y Montero tiene algunos notorios intereses el ultrafujimorista José Chlimper, ex ministro y hoy consejero del inquilino de la DIROES.

En la lista de quienes sostuvieron la campaña de K. Fujimori no podía faltar la gran minería, temerosa de que sus mega sobreganancias tuviesen alguna carga impositiva. Una evidencia de la metálica preocupación de este sector fue la creación de la ONG “Reflexión Democrática”, auspiciada por el minero Roque Benavides, miembro de la mina de oro más importante del país. Resulta que en estas elecciones la “escuelita de congresistas” financió la campaña de veintidós aspirantes al Congreso de todas las canteras políticas, excepción hecha de Gana Perú. Los Fujimoristas aportaron un grupo de ocho, entre ellos una aplicada congresista reelecta Cecilia Chacón, abierta defensora de las mineras y que ha presidido comisiones importantes como la de energía y minas, “Chacón ha frenado múltiples intentos de poner en agenda el asunto de las sobreganancias”, precisa el congresista Javier Diez Canseco.

En una entrevista, el director ejecutivo de “Reflexión Democrática”, José Elice, afirmó que esta ONG no solo era financiada por la chequera de Roque Benavides sino que recibía una cuota de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, de la Asociación de Bancos de Bancos y la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex Perú). Frente a esto, el sociólogo Francisco Durand señala: “Está claro que “Reflexión Democrática” forma una clientela parlamentaria bajo un pensamiento pro empresarial en el que el Estado está al servicio de la economía y en el que toda candidatura que se salga del libreto de la política neoliberal debe ser frenada”.

Otro de los grupos que tuvo un pasado en común con el fujimorismo y que habría inyectado capitales a la campaña de Keiko fue el Grupo Romero. No hay que olvidar que los Romero tienen la sombra del montesinismo a sus pies. Para la historia quedaron las visitas de Dionisio Romero, presidente del mayor banco del país y dueño del más grande grupo de alimentos, Alicorp, a la salita del ex Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). El avión que llevó a Montesinos a Venezuela era de Romero y de Romero es la preocupación por la aprobación del proyecto de puerto Santa Sofía en la bahía de Ancón.

¿Y la Telefónica? ¿Habrá puesto alguito? En este caso el vínculo clave es Santiago Fujimori, hermano y asesor del reo Alberto Fujimori. Santiago habría sido durante años consejero no oficial de la empresa española. El congresista Yhony Lescano ha encontrado un recibo por honorarios de 10 mil 500 dólares cobrados por el hermano del reo a Telefónica. El concepto es “asesoría de imagen”.

Pero dejemos las bagatelas. La CONFIEP entera se matriculó en la campaña de Rey y Saravá saturando la radio y las televisoras con una frase de aterradora connotación: “No perdamos lo ganado”. Los pobres, un 34% de la población, no se dieron por aludidos. “No tengo duda de que la CONFIEP participó activamente en la campaña antihumalista”, dice el congresista Diez Canseco, que agrega que el gremio “también intervino, mediante la especulación monetaria, en la campaña del terror contra Humala montada en el 2006. Al respecto, el periodista Augusto Álvarez Rodrich dio a entender que, durante esa campaña, Pedro Pablo Kuczynski, entonces ministro de Economía de Toledo, lo convocó para participar de una maniobra de guerra sucia contra Humala. Se trataba de disparar el precio del dólar y luego culpar al hoy presidente.

Por otro lado, las tandas publicitarias del programa Ad Hoc de Jaime Bayli estaban llenas de spots de Saga Falabella y otros anunciantes. “Hubo empresas que ordenaron a sus trabajadores que marcaran por Keiko”, dice Francisco Durand. En Ripley, por ejemplo, el secretario del sindicato, Hugo Visoza, reportó la queja de uno de los trabajadores del Ripley del Jockey Plaza a quien su supervisora le habría dicho que “si no votaban por Keiko Fujimori corrían el riesgo de perder sus trabajos porque las inversiones chilenas se irían”.

Francisco Durand puntualiza: “Nunca antes el poder económico ha jugado de manera tan crucial en una segunda vuelta. Nunca antes estuvieron tan asustados de perder el control”.      


(*) Juana Gallegos Venturo
Periodista

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