miércoles, 29 de junio de 2011

EDITORIAL…

De come pollo… a come Estado (*)

Después de  los acontecimientos políticos del último 5 de junio que determinó el nombramiento de la administración de la Nación, para el  periodo 2011 al 20l6, mandato que transitará sobre los lineamientos ideológicos de una estructura nacionalista liderada por el presidente Ollanta Humala, después de ello, se protagoniza en la estructura del Estado (Poder Legislativo) un controvertido hecho que revela de cuerpo entero los graves comportamientos de conducta política que anima a nuestros gobernantes.

Si pudiéramos ir a otro tema, en la búsqueda histórica de las verdades y calidades de los Congresos que se sucedieron unos tras otros, incluyendo la calidad profesional, patriótica y aportativa de sus integrantes; de seguro sacaremos enormes y gratificantes enseñanzas; como también de seguro, que asimilaremos las experiencias más decepcionantes que nos pondrán en sobre aviso del por qué el remedo de vida, pobre y precaria que hemos llevado sobre nuestros hombros los peruanos.

La historia del Congreso peruano, escrita con sumo esfuerzo y calidad por grandes historiadores es relevante del talento, la productividad, la enseñanza y el comportamiento político de grandes generaciones de intelectuales, hombres abiertos y ávidos a la verdad y al amor por el Perú. Revisemos, por qué, resulta importante la integración cualitativa de nuestros Congresos desde la misma partida de la República.  La conclusión de ella, es que son grandes páginas de memorable historia, al paso de hombres peruanos consagrados a verter cultura legislativa de paz, libertad, democracia y consagrar valores de Patria.

La historia Congresal, nos ilustra la presencia de nombres incólumes, trascedentes, íntegros y creativos. Sus leyes y preocupaciones fueron siempre inspiradas en las fuentes de aguas vivificantes del concepto Perú.  Allí en ese Congreso peruano debatieron desde hombres como: Miguel Grau y Seminario, grandes escritores, políticos íntegros, apasionados revolucionarios del intelecto, hasta muy cerca de nuestros tiempos de nombres ilustres como: Luis Alberto Sánchez, Fernando Belaunde Terry y generaciones de hombres probados en el temple de la honestidad y nacidos con gran espíritu de justicia.

Resulta muy triste, tener que admitir en estos tiempos historias deplorables, de vergüenza, de una suerte de desvalorización, eclipsamiento de la función congresal; muy especial de sus protagonistas.  Es gravitante, en la medida que de los aportes que se exprese a través de un Poder del Estado, la Patria y sus conciudadanos, deben caminar, avanzar por la senda irremplazable del progreso, la imposición de una Patria grande, solvente, admirada y que ofrezca bondades de desarrollo.

Lamentablemente, esto no lo podemos contar, no podemos transmitir la noticia, el  paso de un Congreso patriótico, aportante de leyes e iniciativas que alimenten el desarrollo nacional.  Desarrollo desde donde los peruanos sintamos la inyección del crecimiento, desarrollo del ciudadano en el estricto marco constitucional, dejando atrás el enanismo,  mutilación intelectual de niños, mujeres y trabajadores del Perú.

La lamentable noticia, traducida en avaricia y en angurria, de esta última promoción de congresistas, nos pone ante la vindicta mundial, como un país que convive con políticos rapaces, degolladores y violadores; políticos genios en la interpretación del histrión para la grosería, la impudicia, la mezquindad.  La desmedida insinuación para que el Estado los gratifique con pagos, compensaciones de tiempo de servicio, vacaciones truncas, pensiones vitalicias, células vivas, inmunidad jurídica, pago por gastos de instalación y desinstalación congresal, etc., supera la audacia de vulgares vividores de lesa patria.  Es muy lamentable, pero además, sentimos los peruanos vergüenza ajena por estos congresistas que han infamado al honor. POR ESO DE COME POLLO, PASAMOS A COME ESTADO. 

(*) Ricaldi Ramírez Ruiz
DIRECTOR

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