jueves, 30 de junio de 2011

EDITORIAL…

El obligado regreso de las cooperativas  productivas de trabajo (*)

El cooperativismo representa una modalidad de mejorar las condiciones de riqueza de un país o sistema político, invocando y  aplicando principios sustentatorios de sumas de esfuerzos, recursos y capacidades.  Tanto este sistema como su genial creación, las cooperativas productivas, tiene el acierto que es y son vinculantes a la aplicaciòn de todo sistema económico.  El cooperativismo, es por excelencia la operación social desde donde se han obtenido los mejores resultados, generando en sus participantes, condiciones igualitarias de aportes y por ende de los beneficios de las rentabilidades.

Ese sistema que se extendió y aplicó por el mundo, desde el desarrollo industrial hasta allende los tiempos. Nos es por ejemplo una contradicción sostener, que aún existen muchos países de corte social, liberales, capitalistas, estatistas, democráticos que lo aplican.  Particularmente en el Perú, su aplicación no solamente estaba amparada en los capítulos económicos de las pasadas Constituciones Políticas del Estado, el caso es, que se aplicó con resultados extraordinarios, verbigracia, el cooperativismo fue uno de los sustentos doctrinales del APRA,  concepción política de Haya de la Torre.  Hasta la Constitución de 1979, el Perú, su sistema, sus trabajadores se ampararon en esta doctrina, vigente en sus resultados.

La historia nos reporta por ejemplo a los años 30 al 60 con el desarrollo de un país inspirado en la aplicación de un gran cooperativismo.  Recordemos ese fenómeno en el cooperativismo de las Haciendas azucareras (Laredo, Roma, Casagrande, Cayalti, etc.); cooperativismo agrario, cooperativismo de créditos, cooperativismo de construcciones metálicas y civiles que dieron gran impulso a la tecnología en el país.
Frente a esta gran experiencia laboral que generó en el país la aplicación de esa herramienta de poder social por sus resultados, viene concitando la esperanza de muchos sectores de trabajadores del país, que lo aplicaron, y ahora entendiendo que el modelo político de un pragmático nacionalismo, implica que transite sobre los rieles de este gran sistema, entusiasmados vienen aguardando el mejor momento de su reincorporación como fórmula básica, transformadora de resultados justos y sociales que provoquen riqueza para el Perú.
 Los trabajadores de la zona petrolera recuerdan el gran auge de ese cooperativo y sus organizaciones traducidas en cooperativas de producción que por su buena dirección y manejo, crearon un clima de ocupación, crecimiento económico de la provincia; con ello, se llegó a conquistar una ponderable cultura de tecnología para el trabajo.
 Recordamos por ejemplo la gran cooperativa de COOPTIMET, organizada por operadores, técnicos, soldadores, artesanos talaremos que merecieron la confianza de trabajo de las  primeras transnacionales petroleras que operaron en nuestro medio, caso Belco Petroleum Corporation, para quienes construían las plataformas marítimas en la década del 70. Otras cooperativas en ese boom petrolero, fueron Coopevit, Coopetral, Coopmaser, etc. Fue el tiempo de la afirmación y grande alcances del cooperativismo peruano. No olvidemos que al amparo de este sistema, surgieron otras formas de cooperativismo como cooperativas de alimentos, créditos financieros, cooperativas de construcción de pequeñas embarcaciones marítimas (Hamamberg, Frylan y Koler).
 Como una legítima fórmula de corrección social, de rectificación a todos los males laborales ocasionados por la dictadura privatista, neoliberal de Fujimori; grandes sectores del desarrollo económico, esperan que el Nacionalismo Peruano de Ollanta Humala, midiendo con acierto el pulso de las grandes decisiones nacionales, retorne la aplicación del cooperativismo.

(*) Ricaldi Ramírez Ruiz
DIRECTOR

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