martes, 12 de junio de 2012

N A C I O N A L E S



LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA CRISIS MUNDIAL.

Al no predecir ni siquiera lejanamente la caída del muro de Berlín, el colapso de Wall Street, la persistencia de la actual crisis económica, la indignación social mundial y la rebelión del mundo árabe, las ciencias sociales han perdido confiabilidad en los medios académicos europeos y norteamericanos.
Estas ciencias han probado que no pueden predecir eventos humanos globales complejos porque, a diferencia de las ciencias duras como la biología, la física y la química, no pueden repetir experimentos que le den certeza a sus hipótesis. A esto se suma que las ciencias sociales, al estudiar las relaciones humanas, no dejan de estar además, imbuidas de ideología.

De todas las llamadas ciencia sociales, la economía es hoy la menos confiable porque influyó en las decisiones políticas que llevaron al mundo al Crash del 2008. Esto se debió, sobre todo, a que la economía “moderna” enseñada en las universidades y las business schools de los
Estados Unidos, usando fórmulas matemáticas difundieron como ciencia, que el mercado se puede regular solo. Los “modernos” economistas pretendieron así convertir la economía en una ciencia exacta que tenía fórmulas que permitían que el capitalismo no tuviera ciclos recesivos.

Hoy, estos economistas “modernos” están desprestigiados,
Estados Unidos y Europa casi arruinados y los economistas sensatos norteamericanos están tratando de revisar los fundamentos de la ciencia económica organizados hoy en un movimiento llamado: “The New Economy Movement”.

Lo cierto es que las ciencias sociales, sobre todo la economía, no tienen hoy planteamientos creativos para salir de la
crisis. Y esto, porque la actual crisis, no es solo económica y social, sino una compleja crisis de civilización.

En efecto, si examinamos la humanidad podemos afirmar que esta tiene hoy muchas culturas pero una sola civilización, que es la civilización urbana global que se expande imparable por todos los países sean estos pobres, ricos o con diferentes culturas.

Esta civilización urbana planetaria ha hecho
crisis porque es incapaz de resolver dos problemas fundamentales para su viabilidad. Primero, no puede sustituir su energía fósil que vomita gases que recalientan peligrosamente el planeta. Segundo, tampoco puede cambiar sus patrones de consumo que están creando escasez de agua, alimentos y convirtiendo al planeta en un basurero.

Gran parte de los economistas y también de los sociólogos no se dan cuenta que la actual
crisis no es solo una grandiosa crisis económica y social, sino una crisis de civilización, de un estilo de vida urbano que es ecológicamente insostenible, que fue financiado por un capitalismo especulativo que otorgó créditos riesgosos que crearon normes deudas, tanto privadas como públicas, que hoy son impagables.

Si los “científicos” sociales quieren recobrar confiabilidad conociendo con certeza hacia dónde se dirige la humanidad, será necesario que adquieran conocimientos de las ciencias naturales, en particular ecológicas, para poder pensar en la realidad física del planeta. Si hacen esto, los economistas podrían al fin darse cuenta que el PBI
mundial crece pero el planeta no.

CONSTRUYENDO UN DISCURSO PELIGROSO    



En un reciente debate en RPP sobre los conflictos en Cajamarca y Espinar, dos exministros normalmente ponderados y responsables en sus afirmaciones (Fernando Sánchez Albavera y Juan Incháustegui) señalaron que estábamos ante una insurrección.

Y no se trató de la infeliz coincidencia de errores en el mismo tiempo y lugar, sino del manejo consciente de un concepto que, por su propia naturaleza, convoca a que el Estado responda a la protesta social de pleno en el campo militar, subordinando a ello temas de derechos humanos, libertades políticas e institucionalidad democrática.

Ayer, la periodista Rosa María Palacios celebraba que Óscar Mollohuanca estuviera preso. Y dijo que es gracias a esta medida que en Espinar ya no hay conflicto, no hay protestas, no hay muertos.

 Casi literalmente “muerto el perro, se acabó la rabia”. Se obvia en esta reflexión la cantidad de ilegalidades cometidas en esta detención (lo detuvieron cuando iniciaba diálogo con el presidente Regional Jorge Acurio y la congresista Verónika Mendoza; la orden de captura fue servida 12 horas después de la detención; el marco legal para trasladarlo y juzgarlo en Ica fue legalmente vigente 48 horas después de su traslado). Se desprende de esa afirmación que lo que habría que hacer es meter presos a por lo menos a Santos, Arana, Saavedra, Hernández, Benavides y Sánchez en Cajamarca, y quizás también a los Huamán, Bazán e Isarra de la CGTP, CUT y FENTAP que apoyan las protestas de Cajamarca, y después a varios más en Moquegua, Arequipa y Tacna y en Amazonas y Loreto. Pero ignora que en Espinar este conflicto arrastra más de 3 décadas y que no se va acabar porque metan preso al alcalde.

Y en respuesta a una muy moderada columna de Antonio Zapata de la semana pasada, el neutral perito español Rafael Fernández Rubio y varios otros representantes empresariales se tiran con todo contra la idea de hacer zonificación ecológica y económica para establecer dónde sí y dónde no se puede hacer minería. No quieren ningún límite…

Y líderes del
PPC ya hablan de la necesidad de ilegalizar a Tierra y Libertad por estar incitando a la violencia. Es decir, buscan que el sistema electoral le aplique a Tierra y Libertad la misma lógica que le aplicó a MOVADEF, la fachada legal de Sendero Luminoso. La reflexión a la base es que protesta social y terrorismo son lo mismo.

Se va construyendo así un discurso sumamente peligroso: la minería no debe tener otro límite que el de su propia rentabilidad; hay que meter presos e ilegalizar a todos los que se oponen; y si esto no basta, entonces hay que enfrentar esa oposición como si fuese una insurrección.

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