lunes, 11 de junio de 2012

N A C I O N A L E S



La gran mentira y sus consecuencias

Conforme pasan los meses, las dudas se despejan y la ruta emprendida por el gobierno queda más clara. De ahí que repensar el origen, el por qué y el cómo del viraje presidencial se hace de una imperiosa necesidad; para saber cómo actuar y prevenirnos de un futuro lleno de dificultades y escollos contra el movimiento popular y las fuerzas que continúan apostando por un verdadero cambio.


El continuismo neoliberal sigue adelantando a todo galope, avasallando las voluntades que se le atreven a enfrentar, ya que la lucha es muy desigual. Mientras que se fagocita la democracia a favor de los poderosos intereses de siempre, nacionales y extranjeros, un interesado velo propagandístico ha logrado distraer el análisis y ocultar la verdad.

Así, se quiere legitimar esta realidad como si hubiera sido el resultado de las elecciones. Se dice que Humala ganó en la segunda vuelta gracias al apoyo de los sectores liberales y de la centro-derecha. Se nos repite hasta el cansancio que el nacionalismo y los sectores de izquierda apenas alcanzaron el 32% de la votación en
LA PRIMERA vuelta, y que los 20% restantes decidieron La Victoria en la segunda. Verdad de perogrullo. Pero habría que preguntarse ¿Era posible que Alejandro Toledo y Perú Posible hicieran campaña a favor de Keiko Fujimori en la segunda vuelta? ¿Alguien se podía imaginar a los Vargas Llosa, padre e hijo, proclamando que su voto, aunque tapándose la nariz, iba a favorecer a la hija del dictador?

En realidad,
La Victoria de Humala se hizo posible porque compitió contra Keiko Fujimori. Era la única candidatura a la cual Humala podía ganarle la presidencia. El antiFujimorismo estaba cantado, era lo que hacía posible La Victoria de Humala al fortalecer las filas de sus seguidores. Pero, por arte de birlibirloque, la derecha y los medios nos hicieron creer que Humala ganó porque se comprometió a desechar las propuestas de la Gran Transformación. Y convenció a no pocos de sus principales seguidores “que había que echarlas al tacho de la basura”… ¡para ganarle a Keiko Fujimori!

Así se inició la operación política para expropiarle a los movimientos sociales y populares, al auténtico nacionalismo y la izquierda, su victoria electoral; y también la legitimidad y derecho ganados a pulso por las mayorías de llevar a la práctica el programa de la Gran Transformación. Al principio con el consentimiento a medias y después con pleno entusiasmo de Ollanta y su estrecho “círculo de hierro”, que todos sospechamos para qué planes e intereses ya trabaja. Por eso, primero la confusión y después el desaliento que ganó las voluntades del mundo popular que entusiastamente había creído en las promesas electorales del candidato Humala. Sin embargo, el tiempo cura las heridas y el desaliento no dura mucho cuando se trata de luchar por causas justas y las nuevas tareas apremian.

De ahí que la actual disputa es entre quienes consideran que las protestas en curso, y las que se vienen, son obra de agitadores y extremistas, y los que consideramos que son una muestra que el mensaje de la campaña electoral de Ollanta, no ha muerto. Está vivito y coleando, pero ahora enarbolado por multitudes sin rostro y con sus muertos cuyos nombres nadie recuerda.


Antología de las promesas


El Presidente Ollanta Humala ha prometido cumplir las promesas que hizo para ser elegido y las que formuló al asumir el cargo. Ahora que se acerca el 28 de Julio, día en que debe dirigir un mensaje a la nación, creo que es bueno recordar esas promesas.
El Presidente no puede –no debe– haber olvidado lo que dijo al recibir en el Jurado Nacional de Elecciones las credenciales de mandatario electo:

“Gobernaremos con responsabilidad y coherencia con el programa que ha recibido la confianza ciudadana. Debe acabarse la práctica muy común de que termina gobernando un programa que no ha ganado. (Subrayado en el original). Considero que un principio básico que hace legítima la democracia es que se cumplan las promesas y que se lleve a la práctica el programa por el que votó el pueblo.”

En esa misma ocasión expresó: “Ratifico mi voluntad de prevenir y solucionar los conflictos garantizando al mismo tiempo las inversiones y la explotación de recursos naturales con respeto a los derechos y libertades de los pueblos indígenas y de las poblaciones locales, junto con los estándares de medio ambiente que no solo demandan la ley nacional y los convenios internacionales sino, sobre todo, las futuras generaciones”.

El mensaje inaugural del Presidente contiene este párrafo, que, a la luz del conflicto Conga, adquiere actualidad:

“El incremento desmedido de los conflictos, muchos de ellos absurdamente violentos, demuestra, día a día, que es urgente reparar las injusticias, corregir el rumbo y restablecer el diálogo en nuestra sociedad.”

La promesa dialógica iba más allá de los conflictos:

“Nuestro ideal de cambio no se concibe sin concertación, sin diálogo político y sin el protagonismo de la gente. Con ese propósito, instalaremos un Consejo Económico y Social, en base al actual Acuerdo Nacional cuyas políticas hemos suscrito. Este Consejo será dirigido desde la Presidencia de la República con el acompañamiento del Presidente del Consejo de Ministros, y estará integrado por empresarios, trabajadores y representantes de la sociedad civil. Se abocará a elaborar estudios para la implementación de políticas públicas del gobierno y tendrá un carácter consultivo.”

Aquel 28 de Julio, dijo asimismo el Presidente:

“Se alentará la actividad privada sobre los recursos naturales, pero éstos serán explotados en condiciones de respeto a las poblaciones, a los trabajadores y el medio ambiente.”

Y afirmó enseguida:

“Las ganancias extraordinarias de las empresas mineras deben contribuir al esfuerzo nacional en pro del combate contra la pobreza.”

Al pie de esas promesas, hay otras que se han cumplido, como el aumento del salario mínimo, y algunas de carácter asistencial, que, como se ha señalado, podrían haber sido aplicadas por cualquier gobierno conservador.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario