miércoles, 9 de abril de 2014


¿QUIÉN MIENTE?  


"¿Quién miente?", por Milagros LeivaCésar Alvarez dice que como presidente regional de Áncash jamás pagó pasajes y estadías a los vocales, que el cuento de que compró magistrados, periodistas y fiscales es básicamente eso, un cuento inventado por sus enemigos políticos. El congresista Modesto Julca ha enseñado las facturas de tickets aéreos de los doce vocales de San Diego, los jueces que se fueron casi de viaje de promoción con el pretexto de una capacitación gracias a la fina gentileza de Álvarez. Es un monstruo, dice Fiorella Nolasco, la hija de Ezequiel Nolasco quien murió asesinado hace tres semanas. El último año su padre se la pasó denunciando que querían matarlo y que la mafia se había apoderado de Áncash, nadie le hizo caso, salvo Julca.

 Álvarez es un corrupto y debería estar en la cárcel, dice Juan Calderón Altamirano, el ex policía que hoy quiere ser presidente de la región más rica del Perú. Lo invité a “Sin peros en la lengua”. Me han recomendado que no me aleje porque me puede pasar algo, me explicó. No le va a pasar nada, sería el colmo, le dije y colgamos confiados. El domingo mi productora me despertó asustada: han baleado el auto de Calderón, no le ha pasado nada, felizmente, está viajando. El candidato llegó a Lima y contó que incluso a sus hijos les habían llamado a decir que ya estaba muerto. El presidente regional a la misma hora del programa realizaba una conferencia de prensa para anunciar que ya no iba a la reelección y que se retiraba de la política porque le quieren echar la culpa de todo, de los muertos y de los millones mal habidos según denuncias. La contraloría, la Fiscalía, la policía, todos se han unido para descubrir si Ancash es Tijuana. Un poco tarde grita el pueblo en las redes sociales porque seguramente Álvarez está limpiando sus huellas.

El congresista Heriberto Benítez ha dicho que Juan Calderón Altamirano, el hombre que ahora quiere reinar en Áncash fue retirado de la policía acusado de presunto homicidio. Calderón confirma que en efecto fue amigo de Álvarez y de Ezequiel y que el primero cambió demasiado cuando conoció a Benítez y a Martín Belaunde Lossio, el sobrino del ex alcalde Luis Castañeda, el dueño del diario La Primera, el hombre relacionado a Garro. Benitez me dijo en una entrevista que él tenía un departamento en La Centralita y que los fiscales que quisieron investigar la supuesta base de chuponeo habían sido destituidos por haber abusado de su autoridad y haber violado su domicilio. Los fiscales Jiménez y Estrada han jurado que Benítez no tenía un departamento sino un cuartito en el tercer piso, que no tenía puerta de entrada independiente. ¿Quién miente? Eso es lo que nos tienen que explicar las autoridades en el nombre del Perú decente.

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