lunes, 7 de abril de 2014


AULLAR EN SILENCIO.


Alonso CuetoUna muchacha cruza el río Mekong en Indochina y se encuentra con un hombre. Ella es pobre, de familia francesa y tiene quince años. Él es un comerciante chino y ha cumplido veintiséis. “Nos miramos. Besa mi cuerpo. Me pregunta por qué he venido. Digo que tenía que hacerlo, era como una obligación”, escribe ella poco después. Los dos se encuentran en la “habitación de la deshonra”. Para ella, todo es un descubrimiento. “Toca la dulzura de su sexo, de la piel. Acaricia el color dorado, la novedad desconocida. Él gime, llora. Está inmerso en un amor abominable”.

Las relaciones entre ambos van a seguir un curso obsesivo, doloroso, con momentos de éxtasis supremo. Por la ventana se observa el espectáculo de la ciudad con su olor a nueces tostadas, a sopa china, a carnes asadas, a jazmín, a fuego y ceniza. Es “una ciudad del placer que está en pleno apogeo por la noche”. En el transcurso de la historia aparecen la sombra del hermano de la protagonista, así como la de su madre. El descubrimiento y el fin de la vida parecen confundirse.

La novela se llama El Amante y el año de su publicación, (1984) ganó el premio Goncourt. Por entonces, su autora Marguerite Duras, salía de un proceso de desintoxicación alcohólica. La novela fue su retorno desde una zona perdida. Los lectores se precipitaron a leerla. Pocas veces se había escrito un registro tan minucioso del descubrimiento sexual como forma del amor y de la repulsión.

En 1984, Duras ya había cumplido setenta años. Había nacido en Saigón, la antigua Indochina, hoy Vietnam, el cuatro de abril de 1914. Su padre que había colonizado algunas tierras, muere cuando ella tenía cuatro años. Su madre tiene que hacerse cargo de las tierras y de dos hijos más. La situación económica era tan precaria que su madre permitió alguna vez que la joven Marguerite se prostituyera. “A los dieciocho años envejecí”, escribiría Marguerite. “No sé si le pasa a todo el mundo.”

A esa edad, Maguerite se fue a París a estudiar Ciencias Políticas. A los veinticinco se casaría con Robert Antelme, quien poco después sería arrestado por la Gestapo y trasladado a un campo de concentración. Marguerite se unió a la Resistencia donde conoció a François Mitterrand y a Dyonis Mascolo, de quien tuvo un hijo. Deportada a Alemania, empezó a escribir sin descanso. Su primera novela se llamaría El Impúdico (1943). Con los años iba a publicar veinte. Escribiría también el famoso guión de Hiroshima, mon amour. Alguna vez afirmó que la literatura es “un aullido silencioso”.

Quizá su gran tema fue el del coraje de una mujer que construye un dique para defender sus tierras, el ejemplo de su madre en Indochina. Es uno de los temas centrales de El Amante y también de Cinema Edén, cuya estupenda versión teatral dirigió Alberto Isola el año pasado en la Alianza Francesa.

Esta semana se ha celebrado en todo el mundo el centenario de su nacimiento. El coraje de sus personajes y la delicadeza de su visión se integran en la obra de Duras. También dirigió quince películas, entre ellas India song, su obra maestra. Escribió libros que han dejado huella. Pero El Amante es para siempre.

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