lunes, 22 de julio de 2013

TRONÓ LA VOZ DE UN PUEBLO HARTO TODO EL CONGRESO.

Rosa María PalaciosAlgo bueno debe sacarse siempre de los días difíciles. La hoy tristemente célebre repartija unió a un país en contra del abuso de un poder del Estado. Y nuestro desconcertado país, a estas horas, ha triunfado. Celebremos pues una victoria. Twitter, Facebook, formularios de peticiones por Google, todo sirvió para hacer ver al presidente Humala y a sus aliados de ocasión que este abuso le iba a costar políticamente muy caro. Todos los medios de comunicación no estatales, con diferentes ángulos y énfasis, recogieron esta crítica y la hicieron propia. Y si al principio fueron miles en la plaza San Martín, en días podrían haber sido millones, canalizando otros hartazgos contenidos.
 
Cuatro fuerzas en el Congreso –fujimorismo, Gana Perú, PP y PPC– creyeron que podían escoger magistrados del TC y Defensora propios, a su personal servicio, en este reparto a la bruta impuesto con los votos. No pudieron con la reacción imprevista de la calle que vio el negociado político desde el instante en que concluyó la votación.
 
La Constitución ordena establecer consensos al pedir altas votaciones para la elección de determinados funcionarios públicos. El consenso puede lograrse de muchas formas, y una de ellas es la de dar mayor capacidad de propuesta a los grupos más numerosos. Pero una cosa es capacidad de propuesta y otra muy diferente canjear cupos partidarios por personajes que no tendrán ninguna autonomía frente a los intereses particulares de Ollanta Humala, Keiko Fujimori y Alejandro Toledo. Porque eso es lo que se ha estado jugando aquí. Ni siquiera intereses partidarios. Tanto es así que son estos mismos líderes los que han tenido que salir a salvar la cara en medio de la protesta.
 
¿Humala, Toledo, Flores unidos con el fujimorismo? ¿A cambio de qué? Es fácil imaginarlo. Humala, frenar toda acción de inconstitucionalidad contra sus leyes con sus tres votos, así como conseguir una acción de amparo para la postulación de su esposa. Toledo, utilizar el despliegue nacional de la Defensoría para hacer proselitismo. Fujimori, conseguir el hábeas corpus que abra la prisión del padre. ¿Y lo del PPC? Es francamente inexplicable y decepcionante.
 
El modelo constitucional de buscar consensos para el TC y la Defensoría está basado en buscar personas, que aún teniendo un pasado político estén más allá de los vaivenes de la coyuntura. Deben tener vida académica o experiencia profesional que acredite su solvencia jurídica y su independencia de criterio. Nada de eso se respetó. Se mezclaron corrección e incorrección, y en ese cambalache de “doy para que des” se quiso pasar por autónomo lo que no lo era.
 
Hay que añadir que el triunfo popular de este viernes no es de los partidos que se mantuvieron al margen. Si están cosechando algo, es el no haberse sancochado con el resto. La cuádruple alianza les regaló esta semana superioridad moral pero no por mucho tiempo. El desprestigio del Congreso y de la política asociada a la inmoralidad los afecta a todos. Bien sabemos que el cuoteo en el TC lo inventó el Apra, aunque con más discreción y salvando los requisitos básicos.
 
El lunes debe cerrarse este capítulo negro. Debe salvarse la elección del BCR que requiere una mayoría de 66 votos y que no estuvo en la discusión pública. Y tal vez, si hubiera alguna generosidad, votar los nombramientos, uno por uno (como debió hacerse) de Eguiguren, Sardón y Blume que, al fin y al cabo, reúnen todos los requisitos necesarios para ser magistrados. Para la Defensoría y el resto del TC se puede pensar en mejores candidatos en la próxima legislatura. Ojalá, esta vez, escuchen.

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