martes, 16 de setiembre de 2014

PRIMERA PALABRA

EL DEBATIR DE LOS CANDIDATOS

 
Tengo la mas firme convicción que la exigencia democrática de organizar los debates de ideas y planteamiento entre los candidatos a la función pública, además de ser un examen justo y necesario, debe ser requisito sine-quanon.  La capacidad y meritocracía de ellos, se mide por esta vía; no existe otra, es la oportunidad de ellos, como de los electores para una elección legítima, veraz, importante.

De un tiempo a esta parte, estos eventos han perdido su esencia; los candidatos lo rehuyen, el aparato de la prensa, y el JNE que promueve el evento no lo expresa como un requisito obligatoria en el afán que los pueblos elijan sin errores, sin trampas, a sus autoridades entre los ciudadanos mas competitivos, inteligentes, honestos y garantizables.

Por la versión que ofrecen en los tiempos actuales las campañas electorales vendiendo imagen, tanto los movimientos vecinales, partidos políticos y los mismos candidatos, han cambiado la versión, llevando los procesos a exposiciones faranduleras, fanfarrias, circo, caminatas, folklore, reparto de golosinas.  Se deja entender que se busca consagrar la simpatía de los electores bajo conductas políticas de extravagancia como las que todo el  Perú viene presenciando.

Tanto los candidatos que madrugaron poniendo sus piezas de ajedrez en el tablero, como los que esperaron la hora prudencial, han utilizado la misma estrategia.  Pinturas murales burdas y huachafas apoderándose de lugares estratégicos, visitas a todos los sectores poblacionales, especialmente a los mas pobres, oficiando de padrinos, paladines de la sensibilidad social, regalías de medicinas, alimentos, cortes de cabello; y, muchas otros insultos, verdadera ofensa a la inteligencia ciudadana.

Todo un proceso electoral completamente vacío de planteamientos cuando ya faltan solo 22 días para que la ciudadanía tome la decisión definitiva.  Ésta, con toda seguridad es la razón de fondo que lleva a que el candidato mas farandulero, es quien logra captar las simpatías, y los gobiernos locales se embarcan con autoridades que luego son todo un fiasco y van de fracaso en fracaso.

Dentro del esfuerzo que se asume para otorgarle al elector que haga un reconocimiento valedero que le de calidad a  su elección, diversas instituciones como: Universidades, Colegios Profesionales, Cámaras de Comercio, apéndices del JNE, se vienen ocupando de invitar a los candidatos a participar de debates de ideas y planteamientos, siendo que se recoge ausencia de ellos; negatividad, basada en argumentos pírricos.

Cuando entendemos todo lo contrario, de actores que deben aprovechar toda las coyunturas para poner a prueba sus valías con el reconocimiento ciudadano, ellos responden con iniquidades, se enferman, se pretextan estar tan ocupados en intrascedencias;  desairando el derecho de electores de ir a decisiones seguras sin el margen de cometer errores en detrimento de propiciar elecciones de calidad.

Naturalmente esto que llama la atención,  lleva a la conclusión indiscutible que si los candidatos no quieren debatir, es porque se sienten limitados e incompetentes; no saben, no conocen meridianamente la puntualidad de la actividad pública del Estado.  Esta es una buena lectura para que desde allí, la ciudadanía le ponga nota a candidaturas supérfluas, presentadas bajo otro techo de intenciones.  Miremos el panorama de muchas ciudades del Perú, y demos la explicación del por qué el resultados de sus pobrezas y desgobiernos.
 

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