lunes, 1 de setiembre de 2014

EL ÚNICO MINISTRO DE HUMALA
 

Mirko LauerEl drama de Eleodoro Mayorga y su secuela no han terminado todavía. Su desenlace y el sentido que toda la obra tendrá no son totalmente descifrables todavía. Pero hay cosas notables que han sucedido por el camino. Datos duros y datoides sin confirmar, pero todos parte de la obra, única en la breve historia de las relaciones entre este Ejecutivo y el Congreso.
 
Da la impresión de que Mayorga ya estaba condenado la semana pasada, y versiones sobre que su cabeza ya era parte del paquete de ofertas de Ana Jara en su gira por la oposición en pos de votos para la confianza. Pero súbitamente Ollanta Humala salió en su defensa, con una frase desafiante: no se dará la renuncia de un solo ministro. 
 
Bajo ese paraguas presidencial, con el que Humala dio a entender que prefería la censura a la humillación, el propio Mayorga declaró que no pensaba renunciar. Gesto de bravura que quizás contribuyó a que el gabinete obtuviera la confianza por un pelo. Pero el balance es que el gobierno ganó su batalla, y dentro del propio gobierno, Humala.
 
Pero la cosa sigue. Ahora Mayorga está enfrentado a la fuerte probabilidad de una interpelación con censura, y a algunos congresistas muy ofendidos porque el ministro ha dicho que los reales lobistas están en el Congreso. Una idea aquí es que la oposición quiere hacer pagar a Mayorga por la derrota que les fue infringida la semana pasada.
 
¿Cuán inmediata puede ser la caída de esa espada de Damocles? Depende mucho de la conducta de Ana María Solórzano, presidenta del Congreso. En sus manos está darle largas al inicio del proceso, pero esa facultad dilatoria tiene un límite. Sin embargo no es descartable que si Mayorga gana tiempo, puede llegar a encontrar con un contexto más favorable.
 
La idea de la interpelación sigue siendo más o menos la misma que la de la semana pasada: el Ejecutivo a merced del Legislativo. Un tipo de confrontación que ha puesto a prueba lealtades en el oficialismo, e incluso ha puesto en evidencia algunas fisuras en la cúpula de gobierno, que hasta ahora no aparecían con tanta claridad.
 
A nadie ha escapado que Humala ha sido el único defensor de Mayorga en el gobierno. El sector vinculado a Luis Miguel Castilla, al que se le atribuye una fuerte influencia por parte de Nadine Heredia, hizo mutis en los momentos decisivos. Momentos en que incluso la cabeza del titular del Ambiente estuvo a punto de rodar en la ruleta de la confianza.
 
En otras palabras, ha habido un instante del drama de Mayorga en que los intereses objetivos de una parte del Ejecutivo y buena parte de la oposición fueron los mismos. Lo que en jerga izquierdista se llama unidad en la acción. Ese es el sentido profundo de la obra.

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