martes, 14 de enero de 2014

Reforma universitaria

 Hace algunos días, el congresista Mora señaló sorprendentemente que en el Perú había demasiadas universidades. ¿Cuántas son demasiadas universidades? Con una población con educación limitada como la del Perú, las universidades y/o escuelas de formación post-escolar nunca son suficientes.

Se han planteado algunas reformas que se quieren implantar a las universidades, pero me parece que se está empezando por el extremo equivocado y desde el punto del facilismo. Los rábanos se arrancan por las hojas, no se cosechan escarbando el suelo.

Uno de los primeros pasos sugeridos ha sido el de implantar un ente supervisor de tipo castrense, pero que solo será castrante para la constitucional autonomía universitaria. Ese es el camino más simple, dejando la responsabilidad en manos del gobierno de turno, que podrá agregar o suprimir condiciones a su gusto. No se puede plantear una eficiente reforma universitaria de manera apresurada o improvisada.

La Asamblea Nacional de Rectores (ANR), probablemente la institución que más conoce de las limitaciones y problemas universitarios, ha ofrecido su apoyo o consejería a la comisión congresal, pero no ha sido convocada. Yo diría que hasta desairada. Algunos congresistas suelen creer que el voto del pueblo a su favor los inocula de sabiduría. No es así. Por añadidura, muchos de ellos no han pasado jamás por las aulas universitarias, pero son adictos a dogmatizar, aunque tengan los pies muy bien puestos en el aire.

Si lo que se desea es una formación profesional de alto nivel y homogénea, y en ello todos debemos coincidir, se debe empezar por lo más difícil: especificar y describir los créditos que hay que aprobar y los temas que hay que cubrir para cada carrera, para el bachillerato, el título profesional y luego los de especialización y post grado. Este es un trabajo largo, que debe ser minucioso y llevado a cabo por profesionales probadamente competentes y con las debidas asesorías. Caso contrario, equivaldría a hacer tiro al blanco de noche.

Luego, cada universidad deberá incluir esta información en su currícula y convocar a los maestros adecuados del caso. Al final los resultados serán tangibles.

No pongo en duda la necesidad de adecuar la educación a los tiempos y adelantos modernos, pero tiene que hacerse mirando al largo plazo. Países como los Estados Unidos y Japón tienen desde hace muchos decenios los más altos niveles porcentuales de educación post-escolar, seguidos por los países escandinavos y de la comunidad europea. También los países del sudeste asiático tienen niveles muy altos, pero esto es debido a acciones de sus respectivos gobiernos. Hace cerca de cuarenta años, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y otros, tomaron la decisión de llevar a cabo un vigoroso y duradero programa educativo, con especial énfasis en la formación técnica. Invirtieron abundantes recursos del Estado destinados a la Educación. Han pasado los años y ahora vemos la evidencia notoria por los resultados de aquel esfuerzo: computadoras y lap-tops, celulares, smartphones, tablets, lavadoras, microondas, automóviles, equipos de música, pianos electrónicos, chips y tantos otros productos, coreanos, taiwaneses y de Hong Kong que inundan nuestros mercados gracias a los excelentes niveles de calidad que ostentan. Hace cuarenta años ni existían. Jamás perdieron su tiempo tratando de imponer supervisiones. Se dedicaron al tema: planificar detalladamente sobre qué tenía que hacerse a fin de llevar la educación post escolar a niveles de competencia internacional. Y lo han logrado. ¿Cuándo le tocará el turno al Perú?

Ojala algunos congresistas tomen estas líneas como una orientación hacia nuevos caminos para la manoseada y apresurada reforma universitaria y que haya abundantes educadores dispuestos a aportar mejores ideas al respecto.

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