miércoles, 8 de enero de 2014

LA TRIBUNA

27 DE ENERO 2014: HORA CERO.
 
 
Imagen de Javier Valle RiestraEn solo un par de semanas, y luego de seis años, el próximo veintisiete de enero, conoceremos, finalmente, la decisión del Tribunal de La Haya, respecto a la demanda que presentamos contra Chile, por el plus-secular conflicto marítimo que tenemos desde antaño. Yo no confío plenamente en la decisión de la Corte Internacional de Justicia. Sus sentencias en casos análogos o de derecho del mar, son eclécticas, tal como sucede en el caso de Colombia con Nicaragua.
 
Esto es sumamente interesante porque el tema es el epílogo plus-centenario del conflicto bélico de 1879 entre Perú, Bolivia y Chile. Lamentablemente, el Tratado Rada Gamio – Figueroa Larraín de 1929, no puso punto final al tema porque no definió el asunto de las aguas marítimas que hoy se debate en la CIJ. Entonces, no había una concepción del derecho del mar, la cual ha sido desarrollada posteriormente y que nos reconoce derechos adquiridos. Nuestra tensión fronteriza con Chile tiene así ciento treinta y cuatro años.
 
No estemos animados para un triunfo total y aunque lo tuviéramos, Chile, tras su máscara socialista, oculta una posición prusiana, militarista e imperial. Recordemos que Chile no cumplió con lo establecido en el Tratado de Ancón de 1883 y saboteó la posibilidad del plebiscito para definir la situación de Tacna y Arica ocupadas (1893). Por eso, Leguía firmó en 1929 el aludido tratado, en cuya virtud cedimos Arica, pese a su peruanidad mantenida, incluso, cincuenta años después de la derrota.
 
De allí se desprende que la fórmula adoptada por la Constitución de 1979, caracterizó al “dominio marítimo” como un concepto amplio y compatible con la Convención del Mar que en ese entonces el Perú venía negociando. En buena cuenta se entendía que el “dominio marítimo” no era equivalente al mar territorial, sino que además de comprender este espacio, también se entendía a los que hoy conocemos como zona económica exclusiva. En resumen, el Tribunal deberá aplicar los principios de la Convención del Mar pese a que Perú no la haya ratificado, ya que es la nueva ley del mar de las naciones. Su Constitución del mar.
 
Es una Convención que ya funciona en cerca de doscientas naciones. ¿Qué vaticino? Una victoria del Perú en la CIJ no sería respetada por Chile. Una victoria chilena reabriría las heridas existentes. Una solución ecléctica provocaría a ambas partes. Entramos así a una situación brumosa. No vaticinable.

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