martes, 17 de junio de 2014

MI HIJO Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

Mi hijo Emiliano tiene solo 2 años. Como pasa en casi todas las familias, ha sido la bendición más grande que pudiéramos haber recibido. Tenerlo no fue fácil, pero por fin llegó y ahora crece sano y feliz.


Cuando lo miro, sin embargo, no puedo evitar pensar qué será de él de aquí a 50 o 60 años si hoy no logramos detener el aumento de la temperatura global y, como resultado de ello, cubrir sus necesidades y las de sus hijos será mucho más difícil que ahora.


Y es que el cambio climático, lamentablemente, nos hace prever ese futuro. Aunque ahora muchos crean que se trata de algo lejano y ajeno, lo cierto es que si no disminuyen de alguna forma las emisiones de gases de efecto invernadero y la temperatura media sube por encima de los 2 grados centígrados, se afectará gravemente nuestro acceso al agua y a los alimentos y, en general, nuestra forma de vida.


Se estima que más de 1,000 millones de personas viven en áreas que experimentarán climas extremos antes de 2050. Me pregunto cuántos serán después de 2050. Muchos se adaptarán de alguna forma, pero ¿a qué precio? Muchos terminarán viviendo en lugares tan poco adecuados que tendrán que migrar, convirtiéndose en desplazados climáticos; otros tal vez no encuentren adónde ir.


Los expertos advierten que tenemos grandes probabilidades de tener un mundo 4 grados más caliente a fines de este siglo, lo cual realmente puede poner en riesgo la subsistencia de futuras generaciones.

Según el Banco Mundial, en un mundo así habría olas de calor sin precedentes, exacerbada escasez de agua, mayor frecuencia e intensidad de ciclones tropicales, sequías severas, grandes inundaciones y pérdidas irreversibles de diversidad biológica. Esto evidentemente tendría serios impactos sobre los ecosistemas que hoy nos proveen servicios de los cuales depende nuestra vida.


¿Qué será de nuestros hijos y nietos? ¿Cómo van a sobrevivir en un mundo así? Quizá el sentimiento más fuerte que tenemos hacia nuestros hijos es protegerlos, pero por lo general pensamos solo en malas experiencias, accidentes o fracasos y olvidamos lo más elemental: dejarles un planeta en el que sea viable la vida y, sobre todo, sea posible disfrutarla.





¿Qué podemos hacer? Pues empezar a protegerlos desde ahora, apoyando la lucha contra el cambio climático y comprometiéndonos con acciones a nuestro alcance. Opciones hay muchas, están regadas por toda la web, solo nos falta un poco de sentido de responsabilidad.

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