viernes, 20 de junio de 2014

LA LIMPIEZA DE LA CIUDAD DEPENDE DE LOS VECINOS

Dicen que la ciudad más limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia. Y en efecto, la fórmula más simple de tener ciudades limpias es no ensuciándolas. 

Lamentablemente, la cultura de los piuranos todavía no ha alcanzado este grado de ciudadanía y por eso se sigue arrojando la basura en cualquier lugar y a cualquier hora.

Desde casa, tampoco se ayuda mucho a mantener la ciudad limpia. A cualquier hora del día se saca la basura a la calle, olvidando que cada zona tiene un día y una hora establecidos en los cuales debe pasar el camión recolector. Pocos son los que esperan oír el toque de la campana para recién salir y colocar en el lugar debido, los depósitos o bolsas conteniendo los residuos sólidos.

En el centro de la ciudad se puede observar que desde las 9 de la noche, en cada puerta de las viviendas hay bolsas con desperdicios, las cuales al cabo de unos minutos son abiertas por los recicladores y luego destrozadas por los perros, quedando la basura desperdigada. Entonces, las calles se convierten en basurales y el trabajo es doble para las personas encargadas del barrido.

Hay que buscar formas de ensuciar menos la ciudad. Una de ellas podría ser el colocar en una bolsa todo lo que les puede servir a los recicladores. Asimismo, esperar que pase el camión recolector para recién entregar la basura.

Prácticas sencillas como guardar en la cartera las envolturas de lo que se come hasta encontrar un lugar donde depositarlas, también contribuiría a mantener limpias las calles, porque una envoltura de caramelo puede que pase inadvertida, pero si son cien o mil, la situación cambia.


Cada acción suma o resta a favor o en contra de la ciudad. Actitudes responsables y coherentes nos ayudarán a construir un mejor lugar para vivir y con el cual todos estemos contentos, sabiendo que cuidamos la salud de toda la comunidad.

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