CAMPODÓNICO DEJA PETROPERU
Se veía venir. No sólo por
los rumores que llegaban de distintos lados, sino sobre todo por la cada vez más
evidente discrepancia entre los planes de desarrollo del sector petrolero y de
hidrocarburos de Petroperú y la política errática, tramposa y entreguista a
cargo del ministro Jorge Merino Tafur, que en un solo año tergiversó el concepto
de recuperación de las reservas embargadas de gas natural del lote 88, que
siguen igual que antes; destrozó el proyecto del gasoducto andino y la
petroquímica del sur; salvó al consorcio de Camisea de su obligación de devolver
las regalías dejadas de cobrar por el desvío de barcos en alta mar hacia
destinos no declarados para obtener mejores precios; demoró la aplicación de
alternativas para que Petroperú reingresara a la explotación directa de
hidrocarburos del subsuelo; vaciló frente a la modernización de la refinería de
Talara y se lavó las manos ante la propuesta de venta de La Pampilla.
La ruta para la recuperación
de la soberanía energética que era la bandera clave de la campaña nacionalista
siguió abierta después de todos los virajes iniciales del gobierno, pero se cayó
porque los puestos de decisión política fueron siendo tomados por una capa de
funcionarios que ya estaban en el Estado cuando se entregaron las riquezas del
país a través de la privatización. Increíblemente Humala convocaba a recuperar
el gas y colocaba en el viceministerio de Energía, al tecnócrata que hizo los
contratos por los cuales el Perú no puede disponer libremente de sus riquezas.
Ese hombre es además ahora el responsable de los nuevos contratos que se
suscriben a través de Perupetro y nada de eso hubiera ocurrido si el presidente
decía no y si frenaba a su ministro Merino, cuyo mérito aparente es haberle
conseguido un pequeño fondo de subsidio para un GLP de pobres que nada tiene que
ver con la promesa original de obligar a Camisea a sincerar sus precios al
público para obtener un gas más barato para todos.
La técnica para sacar a
Humberto Campodónico de la presidencia de Petroperú ha seguido una ruta que
parece ya una marca de este gobierno: primero es la coexistencia, luego la
acumulación de discrepancias, el teléfono cortado y el pedido de renuncia.
Luego, como está ocurriendo, el nombramiento de un presidente de reemplazo
escogido de entre los funcionarios de línea que seguramente hará que la
transición sea menos evidente hasta lograr poner a quién realmente exprese lo
que se espera para esta importante empresa. Recuérdese que en Perupetro hubo dos
presidentas que no duraron demasiado desde la salida de Ochoa hasta la
entronización del señor Ortigas. Así que si de paciencia se trata, los
neoliberales como Merino han demostrado que van conquistando posiciones poco a
poco. El problema es Humala y el riesgo que una empresa emblemática como
Petroperú termine controlada por agentes de las transnacionales del sector. Y
eso en nombre del nacionalismo.
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