A PROPOSITO DEL PROXIMO
ANIVERSARIO DE
LA PROVINCIA DE TALARA
La presunción no es un axioma periodístico
Viene el comentario a raíz de una vieja
costumbre de muchos escribas periodistas que por obvias razones invocan “la
presunción” como mecanismo informativo. Cuando esto sucede -relativamente- lo
vertido no constituye una verdad periodística. La explicación concisa estriba en
que una buena y auténtica información periodística debe basarse en hechos
verdaderos expuestos en basamentos objetivos. Quiere decir, que en el periodismo
no deben existir verdades a medias, cuando se recurre a ellas, sencillamente se
impone una falacia.
Estamos llegando al convencimiento de
que en toda intervención humana, en el ejercicio de las actividades donde
participa la mente y la conducta del hombre, se vienen produciendo
transgresiones, imposturas y anatemas donde poco a poco, lentamente, se
destruyen y se apartan las disciplinas del conocimiento de sus verdaderos
cauces. Fundamentalmente y lamentablemente esto ocurre en el periodismo.
Sucede a menudo, algo que se ha
convertido en una usanza, una praxis cuya inobservancia pasa desapercibida.
Comúnmente, todos los días al leer los diarios recibimos “noticias” con verdades
a medias, mutiladas en sus realidades, objetivos y contenidos. Leemos una
noticia y nos topamos con terminologías que no comprueban nada. Todo es
suspicacia e imaginación. Lamentablemente, se aplica la cultura del presumir,
suposición y/o conjetura.
Indiscutiblemente que estas
formulaciones periodísticas pueden provocarse adrede bajo subterfugias
intenciones, mayormente envueltas en insanías que afectan los mecanismos de la
deontología periodística. En un buen número de casos, se busca impactar con
notoriedad, causar impresión, conquistar el rating o sencillamente buscar
sensacionalismo atípico -a través de una primera plana- para sentirse
importantemente utilizado. Esto ya constituye un placer, una pasión enfermiza
dentro de un mal llamado periodismo contemporáneo que se doblega, pero que se
ejerce.
Ya es una antigua costumbre que, como
dijimos al comienzo, en un preocupante porcentaje de lo publicado en los
periódicos -a excepción del periodismo de opinión- se aprecia noticias armadas
en la especulación. Muchas veces irresponsablemente están de moda los “dañinos”
vocablos: sería, suponemos, nos imaginamos, podría ser que, a lo mejor, podría
ser el culpable, nos han comunicado, el pueblo dice, una testigo dijo, el
comentario es, etc, etc. Sin embargo, como se aprecia al final de la lectura,
los lectores no se informan de nada, quedan en el vacío y en la conjetura. Lo
publicado no deja de ser un mero conjunto de manipulaciones subjetivas,
elucubradas, buscando espacios de lecturas fáciles y transgresoras.
Estas formulaciones periodísticas
cobran mayores responsabilidades cuando se trata de encarar hechos de
trascendencia, por ejemplo relacionados con la política, la corrupción que
campea en el país, el crimen; donde se hace volar la imaginación afectando
inequívocamente la honorabilidad, la imagen, el buen nombre de las personas. Con
inusitada irresponsabilidad se presume, se recurre a la inventiva, se acomodan
argumentos ficticios. Muchas veces se mira la paja en el ojo ajeno sin mirarse
la viga que hay en el ojo de quienes presumen de moralistas “poseedores” de la
verdad. Esta es la cultura de la presunción vedada dentro del axioma
periodístico.
Lamentablemente como en las actuales
circunstancias no existen mecanismos éticos de control. Por su lado, el Colegio
de Periodistas y las otras entidades que agrupan el periodismo y la comunicación
social, no reflexionan en esta conducta, y por no existir una censura que
disponga la rectificación profesional -muchas veces so pretexto de la libertad
de expresión-; luego de ejercido un improntus periodístico, no se tiene la
decencia y la moral admitiendo que se agravió, se violó el derecho a una buena
información.
Siendo la presunción una suposición,
una conjetura; no constituye un axioma periodístico. La presunción dentro de la
actividad periodística es un anatema, es una violación a la legalidad
informativa. Admitimos que la presunción en el término amplio, es ejercicio de
la mente humana, no es delito; es más, en el derecho la ejercen los jueces y
magistrados. Allí puede ser impulso para llegar a un veredicto veraz; pero en
materia periodística, la presunción es delito porque en condicional muchas veces
se arremete irreversiblemente contra la persona humana. El periodismo es una
actividad, es una ciencia cuyos objetivos supremos son la objetividad, para
llegar a la verdad con cualidad, con exactitud. La presunción en quienes la
utilizan periodísticamente, es trampa, ejercicio indebido de una opinión que
debería ser respetable.
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