REFORMAR EL CANON
Los recientes sucesos en la Región Áncash han vuelto a poner sobre el tapete
la discusión sobre el proceso de descentralización y el canon minero y
petrolero. Para el sector más recalcitrante de la derecha peruana se trata de
retroceder a la descentralización hasta donde sea posible y recentralizar el
100% del canon minero y petrolero hacia la Caja Fiscal.
Veamos lo segundo en
este artículo. En el Perú estamos muy atrasados con respecto al uso de las
rentas provenientes de las industrias extractivas. En primer lugar, no estamos
captando los ingresos que debiéramos, pues no se ha aplicado un adecuado
impuesto a las sobreganancias de las mineras y petroleras, producto de los altos
precios de los minerales y del petróleo.
La reforma de la regalía de
septiembre del 2011 terminó desvirtuando el proceso inicial y la recaudación
apenas aumentó. Se dejaron de lado propuestas que apuntaban a gravar un %
adicional de las utilidades –una vez que la empresa obtenga una adecuada tasa de
retorno a su inversión. Este planteamiento es ahora impulsado también por el
FMI, que desde el 2010 propicia una mayor y mejor apropiación de la renta de los
recursos naturales. Es necesario relanzar la reforma.
Segundo, en el Perú
todo el canon petrolero y minero se gasta de inmediato, sin guardar pan para
mayo. Esto sí se hace en países como Noruega y, también, sin ir muy lejos, en
Trinidad y Tobago. Debe discutirse ya, qué porcentaje del canon puede alimentar
un fondo intergeneracional y/o un fondo de estabilización macroeconómica (el que
existe en el Perú se alimenta del superávit fiscal, pero no de manera explícita
de la renta de las extractivas).
Tercero, en el Perú el canon minero y
petrolero solo va a las regiones y municipios de donde se extrae el recurso, lo
mismo que en Argentina (las provincias cobran las regalías). En Bolivia, Brasil
y Colombia se benefician todas las regiones, no solo las productoras. Lo mismo
en Venezuela, que tiene el grado más alto de descentralización fiscal a partir
de la Ley del Situado Constitucional de 1999.
Urge, por tanto una
distribución que beneficie a todos los peruanos, porque los recursos naturales
son de la Nación. De esa manera se combate también la “idea” de que los recursos
son “propios” y no se deben compartir con los vecinos. De los S/. 3,817 millones
de canon minero del 2013, solo 7 regiones recibieron el 86% (Áncash fue la
primera con S/. 1,003 millones). Y de los S/. 3,033 millones de canon de
hidrocarburos del 2013, Cusco y Piura tuvieron el 78%, siendo Cusco la primera
con S/. 1,760 millones.
Cuarto, el canon minero y petrolero está, además, mal
distribuido dentro de las regiones, municipios y distritos. Varias veces se han
planteado reformas en el Congreso (2008-2009) y en el Poder Ejecutivo, siendo la
última la del expremier César Villanueva. Pero, desde febrero, la reforma debe
estar acumulando polvo en algún cajón de la PCM.
Quinto, existe una tendencia
internacional hacia el uso del canon para la mejora del capital humano. En
Brasil, desde el 2013 la nueva ley dice que la renta que provenga del Pre-Sal
(costa atlántica) se distribuirá, en un 50% para un Fondo Social y el 50%
restante se dedicará íntegramente a educación (75%) y a salud (25%),
respetándose los derechos adquiridos antes de la nueva ley. Saquemos las
lecciones que correspondan.
Sexto, debe mejorar el planeamiento y la calidad
del gasto en el canon minero y petrolero. Esta debilidad se presenta en muchos
países de la región y se han tomado ya medidas para mejorar el diseño
presupuestal, así como la elaboración de proyectos que abarquen dos o más
regiones, con una visión integral de las necesidades del territorio, en un plan
de mediano y largo plazo. Aquí el principal escollo es la ideología neo-liberal
que no quiere saber nada de “largos plazos” porque “para eso está el
mercado·”.
Séptimo, no existen dispositivos legales que exijan la realización
de estudios de impacto económico, social y ambiental de las rentas mineras y
petroleras de distribución descentralizada. Esta anomalía se constata en toda la
región. Pero mal de muchos no puede ser consuelo de tontos. Debe haber estudios
anuales o bienales para mejorar y corregir lo que se viene haciendo y cambiar o
eliminar lo que no funciona.
Para terminar, dos cosas. El canon minero y
petrolero fue obtenido después de largas luchas contra el centralismo limeño. Ha
sido, por tanto, un instrumento progresivo. Pero, ojo, todo se mueve y hoy es
necesaria una reforma para que no se convierta en un instrumento de la derecha
contra las regiones.
La otra: el boom de ingresos mineros y de hidrocarburos
debe servir para la diversificación productiva, ya que de un lado el boom de
precios no dura para siempre y, de otro, son recursos agotables y no renovables.
Hay que sembrar el petróleo y la minería en infraestructura, capital humano y un
patrón de producción más homogéneo, con mayor valor agregado y empleos dignos.
Nada más, pero tampoco nada menos.
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