Lea la editorial de La República: "Libres, transparantes y pacíficas"
A iniciativa del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) diversas instituciones
suscribieron recientemente una Alianza por la Democracia, para fomentar la ética
y la gobernabilidad en el proceso electoral regional y municipal. El propósito
del acuerdo es garantizar que la elección en los cargos para los comicios del
próximo 5 de octubre recaiga en personas idóneas, de acuerdo a ley.
El acta de esta Alianza por la Democracia contiene seis puntos y la idea
básica es alcanzar una colaboración interinstitucional para que se fiscalice
adecuadamente las hojas de vida de los postulantes, se supervise las finanzas de
la campaña electoral, se remita la información oportuna que se requiera y se
mantenga la neutralidad de los funcionarios públicos. De ese modo, por ejemplo,
el JNE podrá tener un acceso más oportuno a los antecedentes penales o
judiciales, grados y títulos académicos o experiencia laboral de los
candidatos.
Más difíciles de alcanzar son otros propósitos igualmente valiosos y
necesarios, como impedir el financiamiento ilegal de las campañas y procurar la
rendición cabal de cuentas de las organizaciones políticas. La Oficina Nacional
de Procesos Electorales (ONPE) ha librado en este punto una casi solitaria
batalla demandando cambios en la legislación para hacer que la supervisión de
los gastos electorales sea vinculante y más eficaz.
De igual modo, la batalla por la neutralidad se lleva a cabo en condiciones
muy desventajosas para el Estado. En lo que va del proceso electoral, el JNE ha
abierto decenas de procesos sancionadores contra autoridades regionales y
municipales por infracción de las normas de publicidad estatal, la violación más
leve de la neutralidad. Desde varias zonas del país donde la cobertura de los
organismos electorales es más débil por razones materiales, la prensa ha
reportado documentadamente clamorosos casos sin sanción.
La batalla por elecciones libres y transparentes debe ser librada, a lo que
habría que agregar el objetivo de que sean también pacíficas, es decir, cortando
en seco la posibilidad de que en las campañas se registren actos de violencia e
intimidación de candidatos y de ciudadanos y, más aún, atentados cruentos con el
propósito de silenciar adversarios.
En este cometido el papel de la sociedad civil es y será crucial, en lo
concerniente a la denuncia de irregularidades. En el pasado, la disminución de
este activismo trajo como consecuencia hechos lamentables como la compra de
votos con prebendas y regalos, y la violación de la legalidad electoral a través
de varias modalidades. En esa dirección, por ejemplo, este diario ha alertado
sobre la postulación a la alcaldía de Pucallpa (Ucayali) del ex alcalde Luis
Valdez Villacorta, acusado por el asesinato del periodista Alberto Rivera
Fernández, un caso que está a la espera de un fallo final de la Corte Suprema, y
también imputado desde el 2008 por lavado de activos por más de US$ 70 millones,
un proceso que un fiscal tiene atrapado en su despacho. Es de suponer que en el
mencionado caso, el espíritu de la Alianza por la Democracia no puede ser otro
que impedir desde la legalidad esta postulación.
Sin embargo, a pesar de las dificultades, las iniciativas para hacer que las
elecciones próximas sean un elemento de consolidación de la democracia y se
revierta la tendencia de debilitamiento deben ser reconocidas y apoyadas.
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