Refinería de Talara: ¿Va o no va? por: Humberto Campodónico
Hace pocos días la reputada empresa francesa Technip terminó su informe sobre la Refinería de Talara. Concluye que es adecuado el diseño de ingeniería y su valorización (el monto de la inversión es US$ 2.730 millones), realizado por la española Técnicas Reunidas desde mediados del 2010 y entregado a fines del 2012.
Así, Technip ratifica las conclusiones del estudio del 2012 de Arthur D. Little, de EEUU. Esta doble validación da una gran luz verde al proceso de de-sufurización y ampliación de la capacidad de Talara, así como a las mejoras tecnológicas que aumentan su competitividad.
Es clave saber que sacarle el azufre al petróleo (de-sulfurizar) descontamina el medio ambiente y disminuye las enfermedades respiratorias de decenas de miles de peruanos. Un estudio de Macronconsult calcula que el ahorro en gastos de salud es de US$ 120 millones anuales. Este ahorro paga, ampliamente, los US$ 900 millones que cuesta de-sulfurizar.
Y así como debe haber inclusión social, debe haber inclusión ambiental. A pesar del crecimiento económico, todas las refinerías del Perú (incluida La Pampilla) están últimas en el ranking mundial de emisiones de azufre. Una vergüenza. Hoy, solo Lima y algunas regiones del sur consumen diesel sin azufre, importado de las refinerías modernas de Chile y EEUU.
Validada la ingeniería, la pelota pasa a la cancha de la política de Estado con respecto a Petroperú y, de otro, al financiamiento de la inversión en Talara.
Comencemos por lo último. Petroperú, al no tener un solo barril de petróleo (sus lotes se privatizaron en 1996), tiene una rentabilidad muy pequeña, entre el 4% y 6%. Esto porque compra el petróleo al precio internacional, lo refina para luego venderlo. Es por eso que Petroperú debe acceder a la renta petrolera de los lotes de Talara y de su recientemente adquirido Lote 64, con 50 millones de barriles de reservas.
Con la refinería en marcha y produciendo petróleo, Petroperú puede “flotar” sus acciones en la Bolsa de Valores pues su rentabilidad se asemejará a la de las mineras, AFPs, bancos, entre otras. Así logrará autonomía –como Ecopetrol y Petrobras– y dejará de depender del gobierno o del ministro de turno.
Esa falta de autonomía se traduce, hoy, en trabas del Estado que le generan enormes pérdidas. La más importante es que el MEF no le permite a Petroperú recuperar el crédito fiscal por el IGV de los combustibles que vende en la Amazonía (exonerada del IGV), lo que asciende a US$ 90 millones anuales (S/. 1.000 millones en los últimos 10 años). Absurdo, ya que dicha exoneración tributaria no tiene por qué afectar a Petroperú. Ante esto el MEF dice: “No se oye, padre”.
El Poder Ejecutivo debe definir el rumbo a seguir: o continúan las trabas contra Petroperú para que languidezca y se avance hacia su privatización, o se impulsa su fortalecimiento: el banco francés Société Générale ya ha estructurado el financiamiento inicial de US$ 500 millones para Talara.
Los privatizadores dicen que se puede importar todo el combustible que el Perú consume. Para ellos no hay activos estratégicos ni seguridad energética ni nada. Viven en un mundo de ficción en el cual solo importa la teoría de la “importación eficiente” de terceros países.
Todo el mundo real piensa lo contrario: las empresas estatales son dueñas del 85% de las reservas de hidrocarburos. Y ningún país quiere que su consumo de energía dependa de importar de un tercero. Si no, que lo diga Chile cuando Argentina le suspendió las importaciones de gas en el 2004.
Finalmente, en momentos de gran incertidumbre de la economía mundial, este proyecto, según Macroconsult, permite impulsar en 0,5% el PBI, aumenta en 15% el PBI de Piura, disminuye el déficit de la balanza comercial en US$ 1.450 millones anuales y genera más de 35.000 empleos directos e indirectos (ver estudio en http://www.petroperu.com.pe/bgc/archivos/Presentacion-Petroperu-28082012...).
Con este proyecto se materializa el fortalecimiento de Petroperú, que comenzó tímidamente con Toledo y García y que este gobierno prometió siempre culminar. La modernización puede empezar, ya. Todo depende de la voluntad política.
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