viernes, 19 de julio de 2013

O P I N I Ó N

¿Y EL ANALFABETO DE ARRIBA?
 

¿Cómo reconocer a un analfabeto de arriba? ¡Nada más fácil! Es el idiota que solicitado en declaración periodística, no tiene más original idea que “pedir un paso al costado” de éste o de aquél.
 
El analfabeto de arriba es incontinente, sólo que esta disfunción no la muestra como el resto en forma discreta o recatada. No. El de marras es exhibicionista, goza en la ridícula exposición de su figura informe y no cesa de ataviarse con los mejores trapos, olvidando que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. ¿Cuántos politicantes dan sus conferencias o declaraciones a diario? Toneladas de palabras, gramos de virtud y estupidez a granel.
 
En todo el enfermo cuerpo social del Perú, el analfabeto de arriba es un profesor suma cum laude. Se atiborra la boca de los términos: espacio, mesa de concertación, consenso, contrato social, pero su interés reside fundamentalmente en el vulgarísimo costo-beneficio de cada actividad.
 
El analfabeto de arriba es aliado de cualquier gobierno y practica la fea costumbre de colocar amigotes, amantes, queridos o queridas en las reparticiones del Congreso, de los ministerios, del gobierno ¡de cualquier cosa!
 
Cualquiera es un señor, lo mismo un burro que un gran profesor. De cada diez, la estadística regala el aterrador cuadro de 7 con tendencia a 8, poblado por esta clase de especímenes. Si hay algo notable, al lado de su zafiedad zoológica, es que provienen de canteras multipartidarias y mezcladas en lodo y vergüenza. Es decir, en los fondos abisales, de repente, sí es posible llevar a cabo la anhelada “unión nacional”. ¡Qué desmadre!

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