martes, 31 de mayo de 2011

Recuperemos la Bahía de Talara

La presente opinión debería llevarnos a todos los talareños a realizar una histórica tarea y que a la vez sería el gran reto para quienes practicamos nuestra identidad provincial. Responde a la iniciativa para ponerle justicia y legitimidad a una antigua controversia. No se trata de algún capricho o tal vez una vanidad. La causa va más allá de lo previsto, responde a la toma de una decisión que obligará dejar atrás las inconsecuencias de quienes rompieron la simetría para truncarle bárbaramente las capacidades instaladas en la Bahía de Talara que fuera el segundo puerto del país hasta la década de los años 60.
Esta histórica tarea debe asumirla preponderantemente la representación petrolera en todas sus instancias y raíces. Debe conceptualizarse como una necesidad perentoria del presente, requisito fundamental para cimentar el futuro. La geografía que diseña la estructura territorial del país, da cuenta de una portentosa biocultura. En la biodiversidad costeña, precisamente en el litoral que comprende la provincia de Talara se exhiben potencialidades turísticas, enclaves naturales de atractivo universal: Máncora, El Ñuro, Cabo Blanco, Lobitos, Pariñas, El Alto, Punta Balcones. La Brea – Negritos tiene una reserva, un paraje marítimo óptimo para impulsar el progreso partiendo desde la punta más occidental del continente que participara en la primera etapa del concurso para elegir a las nuevas maravillas del Perú.
Especialmente la geografía marítima le reservó a Talara, el privilegio de forjarse y desarrollarse en la cuenca de una de las más importantes bahías del litoral que hoy por hoy no representa expectativa alguna como atracción turística; en este sentido, los talareños estamos obligados a recuperarla, defenderla y acrecentarla. Por acto de inconsecuencia, desde la década del 1960 se convirtió en un litoral baldío, depósito de chatarras, oficinas y otras actividades no convergentes a su interés. Hoy en día, somos pocos quienes reparamos en este despropósito histórico que atenta a un puntual desarrollo.
Desde las primeras décadas del siglo XX la otrora International Petroleum Company, única administradora del petróleo peruano, construyó a favor de la bahía una gran estructura que denominó la “Casa de Piedra”. En este histórico lugar tuvieron cita, en una reunión previa los gobiernos de Perú y Ecuador estableciendo el borrador para la suscripción del Protocolo de Río de Janeiro en 1942. Aquella “Casa de Piedra”, monumento histórico, era albergue para grandes personalidades mundiales. Criminalmente fue derruida durante el gobierno de la “Junta Revolucionaria de las Fuerzas Armadas” que encabezó el General E.P. Juan Velasco Alvarado. De la misma manera como a nivel nacional se invaden valiosas áreas de terrenos de milenarias culturas peruanas para convertirlos en Asentamientos Humanos, análogamente la Bahía de Pariñas pasó a ser el albergue y tráfico de actividades discordantes e intrascendentes.
Desde las primeras décadas del siglo pasado, vía el Puerto de Talara se generó una portentosa actividad marítima con repercusión en la balanza comercial portuaria. La IPCº importaba tecnología y recursos petroleros del orden de los 3 mil millones de dólares al año. Durante todo este prodigioso siglo, la Bahía de Talara mantenía una importante actividad con la llegada de los famosos “Santas” que eran unos barcos de gran tonelaje. En ese entonces, Talara se engalanaba con las potencialidades de su hermosa bahía.
Paradójicamente, ahora, casi al finalizar la primera década del Siglo XXI, la Bahía de Pariñas ve confinar sus expectativas. Está convertida en un depósito de intrascendencia e incultura que se demuestra con su total abandono, elevado índice de contaminación y degradación. Mediante estos temperamentos el otrora segundo puerto del país fue sometido a un absurdo atraso. A este gran eje de desarrollo lo visitó la intrascendencia. El litoral, definitivamente, pierde su valor histórico. La circulación permanente de cámaras isotérmicas, propiedades de ministros y políticos, agravan su situación.
Es necesario, entonces, salir de esta irracional situación. Al Puerto y su Bahía debe recuperársele, sus atributos son producir. ¿Cómo apostar a la integración turística más importante del norte peruano si existen mecanismos que lo impiden? Esta es una propuesta sobria, es una iniciativa que debería convertirse en una moción de prioridad uno para quienes tenemos o practicamos nuestra identidad provincial. Tengamos en cuenta que se han quebrantado los valores históricos y generacionales. El despojo debe llegar a su fin. La Bahía de Talara es patrimonio de la Nación, los inquilinos precarios deben trasladarse a otra zona. Talara tiene todo derecho y la obligación en devolverle la autenticidad a un bien nacional.

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