JUEGO DE TRONOS
Bien, señora Nadine: ya lo confirmamos.
Usted es la autora de su marido, la Vargas Llosa de esa novela que se vive en
Palacio, la Daenerys de la Tormenta. Usted, simbólicamente, ha matado a quienes
se le oponían y ahora reina como si el ancestral sueño sanmartiniano para el
Perú ("que a este país lo rija una monarquía") se estuviese
cumpliendo.
"...En la siguiente vez, quince días
después, me puse firme y le dije: 'Tienes que hacerlo (lo de Locumba), no hay
forma de que no lo hagas...'. Si él me ve más firme, se
fortalece"
¿O sea que usted planeó el
levantamiento de Locumba y se lo impuso dulcemente al irresoluto de su marido?
Felicitaciones, señora. Quizá si Andrés Avelino Cáceres la hubiese tenido a
usted, y no a Antonia Moreno Leyva, como pareja, otro habría sido el Huamachuco
de nuestras desgracias. Además, señora, qué precocidad: tenía usted 24 años en
aquel año 2000. Qué audacia, qué cálculo estratégico para una chica que hada dos
años acababa de salir de estudiar Comunicaciones en la de
Lima.
' '-¿Qué vas a hacer? —preguntó el militar
por el auricular.
-¿Qué voy a hacer de qué?
-No sé, hoy día...
-Nada...
-Ah, ya...
-¿Ah ya, qué?
-No nada, o sea... Si no vas a hacer
nada...
-No, no voy a hacer nada, ¿quieres salir?
-le preguntó Nadine ("O sea, yo lo invité a salir")
Su reinado no tiene fisuras,
señora, ¿pero era necesario narrar con esos detalles la timidez de fábrica de
quien hoy es el presidente de la república? ¿Era imprescindible contarle a la
gente cuán arrolladora es usted cuando se propone algo y de qué índole es el
tartamudeo de aquel a quien usted virtualmente conquistó? Pocas veces el mal
gusto y la audacia han tenido una unión civil tan
emprendedora.
"Cuando hay iniciativas legislativas
tengo que verlas algunas veces con los ministros y otras veces con los
asesores..."
Dice usted que despacha con
los ministros que no son suyos, con los asesores con los que nada tiene que
ver, y añade, con la mayor de las jactancias, que al expremier César Villanueva
"le quedó gigante el cargo". Admite usted en público -porque tan inteligente
no es, señora Heredia: usted se siente genial ante su marido y ese es su
problema- que detestaba a Villanueva, con lo que reconoce que esa tirria pudo
ser decisiva a la hora de tumbarse a quien presidía "formalmente" el Consejo de
Ministros. E incurre en una enésima infidencia palaciega cuando cuenta que
Villanueva les decía a usted y a su marido:
"Ustedes no me tienen
confianza".
¿Cómo? ¿El primer ministro
peruano hablaba en plural en este caso? ¡Otra enorme
confesión!
Y sigue usted derramando
lisura cuando escarba la herida para decirnos que Villanueva quería sacar del
gabinete a Pedro Cateriano, el del satélite francés que tanto le concierne a
su marido, y a Eda Rivas, la diplomática sin pasado y sin más futuro que el que
ustedes determinen. El mensaje está claro, señora. Que Cateriano y Rivas
continúen ejerciendo sus cargos es un asunto de su competencia. Es usted fiel
con sus aliados. A propósito, ¿eran Cateriano y Rivas dos de los ministros que
les preguntaban a usted y a su marido "¿quiénes vamos a salir?-',
como usted se ha permitido revelar? Seguramente no. Ellos contaban con su
blindaje, el mismo que hace intocable a Luis Miguel Castilla, el inspector de
la CONFIEP en el gobierno de la gran transformación vendida al diablo. Lo que
está claro es que su cargo de presidenta del Partido Nacionalista (nombrada
por su marido) no la autoriza, desde ningún punto de vista, a las vastas
intromisiones de las que se enorgullece.
"-Queda claro que este gobierno le debe
mucho a su presencia.
-Yo creo que facilita mucho. Todos lo ven
así, por lo menos en el gobierno en general. Incluso con los alcaldes, con los
gobiernos regionales..."
Sí, señora. Confirmado está:
usted es el eje de este gobierno que traicionó minuciosamente cada promesa de
renovación que hizo (por eso es que Vargas Llosa la engríe, no crea otra cosa:
atrévase a hablar de cambios antiliberales y verá cómo reacciona el marqués).
Usted gobierna, en suma. Usted es decisoria.
Y ahora se va de viaje a una gira cuyo
financiamiento será tan misterioso como los gastos que usted hace mensualmente
con aquella tarjeta de crédito que Scotiabank sabe que usted honrará. Quizá
ahora, visitando algunas regiones, comprobará usted de qué tamaño es la
decepción y cuán densa es la rabia que usted y su marido han
generado.
Por último, se ha comentado mucho en
relación a esta huracanada reaparición suya. Hasta se ha llegado a decir que
usted la ha calculado y la ha hecho rebotar magistralmente. No lo creo. Eso es
muy sofisticado. Lo que pasa es que usted relajó sus defensas al hablar con un
antiguo compañero de estudios. Y volvió a meter la pata. Y cuando quiso
rectificar, aconsejada por los favres que leyeron el original, ya era tarde. ¿O
usted no sabía que "Cosas" no es asunto de la accesible y socialité Isabel
Dulanto de Miró Quesada sino negocio de Alejandro Miró Quesada Cisneros, que se
muere por regresar al núcleo de poder de "El Comercio", de donde fue echado hace
años por algunas proximidades indeseables?
Cuando usted desapareció para
no seguir minando la popularidad del régimen, hice una apuesta personal de la
que hay testigos: no pasarían ni dos meses para que todos asistiéramos a su
reingreso majestuoso. Es que usted no puede con su genio. Y no le basta con
usurpar funciones: quiere que todos lo sepamos. Ni le es suficiente ser tres
cuartas partes de la naranja conyugal. Se muere de déficit egocéntrico si eso
no se publica. El 2021 la espera, señora. Y si gana, como el feminismo ramplón
lo desea, allí sí podrá salir a los balcones con su marido de comparsa. Nadie
podrá
reprochárselo.
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