Trascender o pasar al olvido
Stefan Zweig llamó "momentos estelares de la humanidad" a ciertos episodios en que el destino se empecina, se encapricha y se detiene en hombres que no entienden ni el lugar ni la oportunidad que la historia les da.
A uno de esos momentos le llamó "El minuto universal de Waterloo" donde Napoleón se enfrentó a Wellington por la supremacía de Europa. El emperador envió al Mariscal Grouchy y toda la caballería francesa en busca de la tercera parte del ejército prusiano que dirigía Blücher. Si Grouchy lograba interceptar al alemán Napoleón podría derrotar al inglés. Pero el destino jugó en contra. Grouchy jamás encontró a los alemanes; peor aún, Grouchy no regresó a pesar del sonido de los cañones que le sugerían desobedecer y volver para ayudar al Emperador francés. Grouchy frente a todos sus comandantes que le pedían regresar no atinó, no decidió y no actuó. Las dudas lo consumieron y nadie lo recuerda, nadie lo venera y más bien lo desprecian. Tuvo todo en sus manos para cambiar el rumbo de la historia universal pero el destino lo aplastó y lo hundió para siempre.
Este episodio, ocurrido hace casi 200 años, describe lo que en muchos casos ha ocurrido y sigue ocurriendo. El destino parece que, por momentos, se burla de quienes creen tener poder porque los obliga a ser lo que no son, los presiona para que decidan lo que no pueden o los empuja a portarse a una altura para la que no tienen talla. Indultar a un presidente encarcelado y enfermo de cáncer se ha vuelto un tema del que se huye o teme. Se prefiere el silencio o el viaje oportuno para escapar de la realidad. Todo es bueno para seguir alargando una decisión impostergable. Se esconde detrás de una ministra, de un informe, de una comisión o detrás de lo que sea pero se prefiere todo ello a resolver y decidir. ¿Por qué?
¿Por qué quien ha sido elegido para tomar decisiones no lo hace? ¿Por qué quien tiene el don de mando no quiere mandar?¿Por qué cada vez más peruanos pensamos que a nuestro presidente el poder le quema en las manos? El reloj de la historia no tiene más tiempo. Ollanta Humala tiene que decidir qué hacer con el ex presidente moribundo. No puede seguir la política del avestruz porque para eso no se le eligió. No caben más pretextos. Tiene que indultarlo o dejarlo morir en la cárcel pero no puede seguir poniéndose de perfil.
Luis Bedoya Reyes, en 1985, dijo algo que siempre recuerdo en los momentos importantes. El Tucán pontificó: "El político tiene que enfrentarse a la soledad del poder. Si no tiene capacidad para tomar decisiones no va a trascender". Nunca he olvidado esa frase y hoy, recordando el genio de Zweig y la personalidad de Bedoya Reyes, siento que quien nos gobierna no sabe tomar decisiones o siente vértigo político.
De Grouchy –aunque salió vivo de Waterloo con toda su caballería- nadie se acuerda. El olvido es, sin duda, el destino más triste de un político. Ni el pueblo ni la historia se acuerdan de quien no toma decisiones.
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