jueves, 9 de agosto de 2012

O P I N I Ó N


Familia Humala II


El patriarca del clan me explicó, hacia finales del año 2005, la evolución de lo que consideraba su proyecto:
(a) Colocó dos hijos en el Ejército porque en el Perú se llega al poder por la vía electoral con un partido político o por la militar con un contingente de tropas;

(b) Con el alzamiento de Locumba la parte militar de la familia Humala empieza su camino al poder;

(c) Si bien Ollanta fue enviado al exterior en misión diplomática para separarlo de la política local, en el
Perú quedó Antauro, difundiendo la ideología “etnonacionalista” (versión civil del etnocacerismo), y organizando reservistas articulados a través del periódico “Ollanta” distribuido a nivel nacional;

(d) Entre el 2003 y el 2004, se intentó reunir las firmas necesarias para inscribir un partido etnonacionalista, pero el intento fracasó, lo que para don Isaac Humala probaba que la población no estaba preparada para asumir el nuevo mensaje;

(e) El andahuaylazo iniciado la noche del 31 de diciembre de 2004, fue, siempre según Isaac, la opción insurreccional del etnonacionalismo ante el fracaso de la vía electoral, y un intento por poner en el primer plano la traición de Toledo a sus promesas y el reclamo de vacancia que se discutía abiertamente en el país, y lamentablemente derivó en una provocación con muertos y heridos que obligó a la capitulación de los rebeldes;

(f) Siendo evidente que el
Perú no estaba listo para una propuesta como la etnonacionalista, se hizo inevitable un retroceso ideológico hacia una posición más amplia y moderada y así nace la idea del Partido Nacionalista que se crea en el 2005 y en el que hubo una lucha de tendencias que termina apartando al padre de los Humala y a los reservistas de Antauro que reivindicaban el andahuaylazo.

Don Isaac también fue sumamente pedagógico cuando me dio sus razones por las que no creía que su hijo Ollanta hubiese sido implicado en violaciones de
derechos humanos.

Cuando empezó la guerra con Sendero y enviaron a mis hijos a las zonas de emergencia -me dijo- me planteé el dilema de si no los convertirían en asesinos. Para enfrentar eso se formaron las células etnocaceristas entre oficiales del Ejército que se reunían a veces en mi casa y otros lugares y en las que se hacían lecturas y discusiones, y se fueron definiendo lineamientos para no ser presionados por los superiores a actuar ilegalmente: registrar las capturas y el estado de
salud de los prisioneros, informar por escrito con copia a los superiores de los prisioneros entregados a otras unidades, respetar a la población civil y educar a la tropa para no cometer abusos…

Isaac hablaba con vehemencia, pero sobre todo con coherencia. ¿Cómo podía aspirar a tener hijos
militares presidentes si éstos eran arrastrados por los desagües de la guerra?

En julio del 2011, don Isaac me abordó como quien necesita decir algo y me contó que el día después de
La Victoria de segunda vuelta de Ollanta, el embajador de Rusia llegó al hotel Los Delfines, acompañado de Alexis Humala, hermano menor del presidente electo.

En esa reunión se tocaron muchos temas de cooperación y salió el acuerdo que Alexis haría de representante de Ollanta en los asuntos rusos, dado su conocimiento y familiaridad con ese país. Él no se fue por su cuenta, me dijo enfático.

Frente a una prensa empeñada en caricaturizar la figura de Isaac Humala, debo decir que siempre lo he tomado en serio, aunque podamos discrepar. Y pienso que no miente.
 
 
 
 
En la prueba del aula
 
 
Se conoce al fin el texto del proyecto de Ley Magisterial presentado por el Poder Ejecutivo. Propone una mejora para la Educación y los maestros. El país no debiera olvidar la crisis que padece la Educación peruana desde hace décadas. Es un hecho grave, puesto que en la Educación, en una buena Educación, residen las posibilidades de progreso de un país.
 
La quiebra educativa tiene múltiples raíces. Los bajos salarios, la mala, cuando no pésima, formación de los maestros, el desdén por la carrera, que se manifiesta en el hecho de que muchos jóvenes confiesan que en las universidades postulan a Educación porque es la carrera más fácil.

En los años del gobierno de
Alan García, y en particular cuando Mercedes Cabanillas era ministra de Educación, se crearon cientos de Institutos Pedagógicos semilegales, negocio vil donde profesores de economía y conocimientos menesterosos enseñaban hasta lo que no sabían. Un análisis demostraría que los peores maestros provienen de ese sistema. Y son miles.

Un problema central, creo, es que los cursos de
Educación suelen desorientar y hasta alejar de la cultura a los futuros pedagogos. Es un problema de atmósfera general. Hace algunos años, mi última hija, que, como todos mis hijos, estudiaba en un colegio estatal, oyó decir a una maestra: “Juan Ramón Rivera es autor del libro “La palabra del mundo”. No sabía ni el nombre del escritor ni el título real de su obra. ¡Y enseñaba literatura!

Ya sabemos que la lectura no está de moda. Tampoco los profesores de los colegios privados más caros escapan a la culpa.

César Hildebrandt cuenta en su libro Una piedra en el zapato el caso de una joven egresada con las más altas notas del más exclusivo colegio limeño para señoritas. Cuando, por motivos de trabajo, acudió a la casa del periodista, al ver el grueso tomo de la poesía de Vallejo editado por Francisco Moncloa, preguntó quién era ese autor. Interrogada, precisó que nunca, ni en primaria ni en secundaria, le habían hablado de ese poeta. El prejuicio no está reñido con la ignorancia.

Hojeaba hace poco un libro para secundaria en Alemania Occidental. Me sorprendió la riqueza de los poemas que abarcaba. Entre ellos, Todesfugue, esa obra maestra que cuenta, en lenguaje de poesía, la crueldad de los nazis que hacían cavar a sus prisioneros enormes huecos en la tierra, donde iban a arrojar a los asesinados en un campo de concentración.

Me entristeció, al sentir el complejo fulgor de esos versos, la pobre poesía que sale de nuestras aulas: discurso político despedazado en líneas, intimidad sin intensidad, faltas de sintaxis y ortografía.

Los países avanzados de Europa y Asia difunden en las aulas a sus clásicos. Así forjan ciudadanos.
 

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