ME REPITO POR ENÉSIMA VEZ.
Vemos en estas semanas polémicas respecto a la
amnistía y al indulto. Se pretende restringir las facultades presidenciales singularmente en el caso
del perdón o la conmutación de la pena. Esta facultad del jefe de Estado, tiene
varios siglos en el Perú. En la Colonia (siglos XVI a XIX), el Virrey tenía esa
potestad que nadie le disputaba. La República en sus constituciones, la
incorporó como facultad presidencial en algunos casos y como atribución
parlamentaria en otros afers.
Nunca fue discutida esta potestad. El único caso que recuerdo de haberse
anulado motu proprio, esa medida es el caso de José Enrique Crousillat, quien
inexplicablemente calló, no resistió y fue a las ergástulas a cumplir el saldo
de su pena ya perdonada. En el Perú ha habido una tradición literal en la
materia. En 1945, al subir al poder José Luis Bustamante y Rivero, el Parlamento
dictó una ley de amnistía e indulto y las cárceles se vaciaron.
En 1956, a raíz del ascenso de Prado, en 1980 a raíz del triunfo de Belaunde
y en fechas posteriores, se expidieron normas de perdón infinitas. Pero, hoy día
estamos en una posición cerril en la que incluso se habla de privar o restringir
al Presidente esa potestad. Incluso, el fujimorismo, tachado de reaccionario,
dictó la Ley 25655, en 16 de agosto de 1996, creando una comisión encargada de
proponer al Presidente de la República, la concesión de indulto a personas
condenadas por terrorismo y traición a la patria, en base a elementos
probatorios insuficientes que permitieran presumir razonablemente que no habrían
tenido ningún tipo de vinculación con elementos o actividades de organizaciones
terroristas.
Intervino, incluso, el padre Lanssiers. Fueron excarceladas así decenas de
personas. Nadie protestó. Ni se rasgó las vestiduras. Se entendió como un acto
democrático y humanitario. Pero, hoy día, se pretende perseguir a Alan García y
a sus ministros por haber dictado masivamente normas de esa índole. Eso es muy
grave. Demuestra una mentalidad retardataria que hace imposible hallar la
reconciliación nacional. Debe dictarse indultos por el Presidente y amnistías
por el Parlamento. Como ya se sabe el indulto perdona la pena y la amnistía
cancela la sanción y el hecho en sí.
Pero, reitero, todos se consideran en el Perú vanguardistas y progresistas,
pero nadie sale a defender estas teorías sino a execrarlas. Reflexiones.
Flexionemos. La fórmula es: olvidar y democratizar.
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