CUANDO TALARA FUE
SITIADA -1931-
Se trata de una
historia que golpea las conciencias, es una herida abierta en los corazones de
los trabajadores petroleros. Es una historia, ennoblecedora de la lucha
sindicalista de un proletariado que no se adecuó a los mandatos de una empresa
poderosa, acusando por aquel entonces toda la grosería y prepotencias que
distinguía a los Yaquis.
Esta historia cobra mayor dimensión,
a partir de la "Huelga petrolera de 1931"; con esta gesta, se escribió con
sangre, lo que mas tarde llegaría a ser una poderosa herramienta sindical, que
aportó la lucha de genuinos obreros consecuentes de su gran realidad: ser
obreros explotados y sometidos por la miserable incondicionalidad de gobiernos
entreguistas peruanos.
Decretada la Huelga que inmortalizó al mártir Alejandro Taboada Crisanto, un apenas <indio> como lo hacian llamar despectivamente los 'gringos', pusieron precio por su cabeza, la traición vino pronto, fué acorralado y victimado sin misericordia un 13 de junio de 1931. En los prolegómenos de tan hermoso gesto, protagonizado por una masa obrera conocedora de su destino, la poderosa IPCº sumando como su predilecto aliado al dictador Oscar R. Benavides, recibió la patente para someter a la población, al mas cruel vejamen, digno del sistema avasallador de la codicia y maldad.
En aplicación de los mas cruentos
método represivos de los tiempos, 'la empresa' redactó el memorandum de la
muerte para el pequeño villorrio, la población de 'chorrillos' debía ser
sometida. La gendarmería, integrada por soldados con bayoneta en mano,
registraban, rebuscaban incesantemente dia y noche, tratando de ubicar el
paradero de los dirigentes, especialmente buscaban vivo o muerto al 'indio
alejandro Taboada'.
Con especial destreza, la masa obrero
en cada momento sin otorgar concesiones, distancias, debilitamientos, iba
cambiando el lugar de escondite a sus dirigentes. La asombrosa estrategia
desconcertando a los gringos, los obligó en aplicar la "ley marshall", la
represión a fondo. "Hay que darles una buena lección a estos mugrosos cholos y
pestilente", así se iban dictando las consignas pusilánimes; estos son secretos
que se guardados con celo, por la invencible tradición que guardaron las
generaciones de hijos y nietos de obreros caidos en esa noble
lucha.
Hasta que llegó el momento cuando se
tomó la decisión de provocar la intervención militar total, se decretó sitiar la
población, se ordenó cortar el agua en los grifos que abastecían la barracas
proletarias, se suspendió la orden de prender los mechones que alumbraban las
calles, en los postes se colgaron letreros ofreciendo un recompensa de 300
libras a quienes divulgaran el paradero del lider
obrero.
Talara tiene esta ofensa en su
historial de lucha, porque la dictadura lo permitió y ayudó en las andanzas de
la petrolera opresora. Lucho Núñez Taiman, quien guarda escrupulosamente muchos
secretos del estado de sitio a Talara en 1931, revela que los muertos estaban
regados en las calles de Chorrillos; por tres a cuatro dias no eran levantados,
'dejenlos que se pudran y sean devorados por canes y gallinazos', era la
consigna buscando el escarmiento y obligando al resto de masa obrera a
rendirse.
Hasta en el hospital de la empresa
manejado por médicos y enfermeras venidas desde los Estados Yanquis, se había
ordenado la restricción de la atención; partos y moribundos para entregarles el
certificado de defunción, hasta allí increiblemente, se extendía la inhumanidad
de los gringos. Cuentan que los cerros eran vigilados por la tropa, para evitar
la fuga de las familias horrorizadas por la actitud incruenta del sistema
opresor que pretendió la rendición de Talara.
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