martes, 21 de junio de 2011

OPINIÓN… Se hará lo que diga el pueblo soberano (*)

De la noche a la mañana aparecieron en el escenario político vernáculo los más dispares consejeros que, en forma espontánea, tratan de hablarle al oído al Presidente electo. Éstos van desde aquellos que, alguna vez, tuvieron figuración en cualquiera de esos colectivos políticos, que nunca dejan de faltar en estas tierras con sonidos de huaynos y marineras, hasta inesperados escribidores y parlanchines mediáticos que ayer nomás lucían la camiseta naranja, con tanto, pero con tanto entusiasmo, que hacían ver que como capituleros de última generación, no había quien les pudiera pisar el poncho.

Estos últimos hablan, sin cansancio, de temores y recelos a la manera de las viejas beatas de confesionarios sin cura, para dar a entender que el Presidente electo, o bien toma distancia del entorno de su propio partido o bien se aleja de sus aliados políticos, única manera y tabla de salvación para no verse envuelto -recetan- en problemas graves que afectarían una buena gobernabilidad. Y lo singular es que, siguiendo la vieja y mañosa escuela de otros tiempos,  todo sinuosos se atribuyen la legitimidad que nadie les ha dado, de hablar a nombre "de los peruanos en general" y de "lo que preocupa a medio mundo".

Los primeros, esos que cambian de ubicación fácilmente según sus conveniencias, no pierden oportunidad de sugerir que se designe, ya y con la inmediatez del caso, al futuro presidente del Consejo de Ministros, a quien debe ser ministro de Economía y a quien le corresponde ejercer la presidencia del Banco Central de Reserva, "porque hay necesidad de disipar temores y ganarse confianzas". Esperanzados en que se les convoque o por lo menos se les tenga en cuenta para algo en el gran aparato de la burocracia estatal, recomiendan al Presidente electo que "calcule bien las políticas a seguir", que " se rodee de la mejor gente  para no dar pasos en falso".

Pero allí no termina la cuestión. En este deporte de creerse la última chupada del mango, como consejeros gratuitos, claro está, no faltan quienes, al mejor estilo de Al Capone, retan al Presidente electo a que les escuche y le lanzan críticas, sin ton ni son, por sus visitas a los mandatarios de los países vecinos y cercanos. En alta voz y hasta con majadería propia de lupanar, le recomiendan que más inteligente hubiera sido que visitara a los gobernantes donde aposenta el poder del dinero. En su flaco y maleducado razonamiento, no toman en cuenta que el Presidente electo es un ser pensante, que cuenta con equipo propio y que, como es de esperar, tiene delineado un programa de visitas que se supedita a los verdaderos intereses de la nación, que van más allá del repudiable besamanos al poderoso.

En la misma línea huachafa, otros hacen la de consejeros independientes, como si jugaran en pared con los que tienen como misión gansteril, provocar fricciones entre el Presidente electo y sus colaboradores más inmediatos, tildando a éstos de picones, irritados, amenazadores. Todo porque rechazaron, como debe de ser, la demanda de anunciar "sin demora los nombres de los funcionarios que estarán a cargo del manejo económico en el próximo gobierno". Para ellos todo debe hacerse rápido y de acuerdo a lo que su escasa materia gris aconseja. Las palabras responsabilidad, seriedad, en el manejo de la cosa pública, no existen.

Menos mal y para disgusto de estos disparatados consejeros, el Presidente electo ya lanzó los mensajes que era menester en estas circunstancias, al mismo tiempo que ha ratificado su empatía con el pueblo que le ha dado el mandato de gobernar para todos. En pocas palabras, les ha dicho, siendo el pueblo soberano, hay que saber escuchar al soberano.

(*) Dr. Roberto Mejía Alarcón
PRESIDENTE ASOCIACIÓN DE PERIODISTAS DEL PERÚ - ANP
Presidente del Consejo Superior de la Universidad Jaime Bausate y Meza (Perú)

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