jueves, 25 de agosto de 2011

OPINIÓN… ¿Y el Código de tránsito?

Autor:
Andrés Abad Tejada (*)

Cuando uno transita por las principales avenidas y calles del  distrito de Pariñas, ciudad capital de la provincia  Talara, y lidia con vehículos motorizados y no motorizados al momento de cruzar de una acera a la otra, se pregunta, ¿y la aplicación del Nuevo Código de Tránsito, en qué aspecto positivo ha cambiado la realidad o cultura del tránsito en esta ciudad? Las famosas horas punta en esta localidad, son indicadores fehacientes de lo adverso que significa coexistir en la vía pública, junto con camiones, combis, triciclos, mototaxis y propios peatones.

Dentro de esta preocupante realidad, da la impresión que en Pariñas, el nuevo Código de Tránsito vigente, hasta hoy ha fracasado en su objetivo, de intentar lograr un cambio positivo y perceptible -a ojo de un ciudadano común-, en conductores de vehículos, así como en peatones que respeten las señales de tránsito, teniendo en cuenta que, si gran parte de la población conociera las señales viales, los accidentes de tránsito disminuirían notablemente, bajando el número de heridos registrados por este motivo.

Imaginémonos que es poco más de las 6:30 horas de un día particular, estudiantes y trabajadores se trasladan desde sus domicilios a sus instituciones. Combis repletas de personas, algunas excediendo la capacidad normal de pasajeros. Análoga situación en taxis, mototaxis.

El negocio se ha convertido en un rédito económico para los conductores o dueños de vehículos, en desmedro de la defensa de la vida. El recojo y desembarque de pasajeros se realiza sin el más mínimo cuidado por parte de las unidades del servicio urbano en esta ciudad, realizado muchas veces en cualquier lugar de la calle, a mitad de la vía -obstruyendo el tránsito de carros-, y en ocasiones poniendo en movimiento la unidad motorizada sin que el pasajero haya terminado de bajar o subir a la unidad.

Escolares y ciudadanos de toda edad, apurados por la probable tardanza en el ingreso a sus instituciones, corriendo y cruzando las principales calles de la ciudad por la mitad de la vía, muchas veces dando la espalda al tránsito vehicular, ponen en serio riesgo su propia integridad física, por desconocimiento -o algunas veces conociendo- de las principales señales de tránsito.

La contaminación sonora, producto de la bulla la emitida por las bocinas de los vehículos motorizados y equipos de audio en las unidades trimóviles, en las principales arterias de la ciudad, es -a estas mismas horas de las mañana o en la noche- un factor que no sólo estresa a conductores y peatones, sino que afecta su salud y temperamento.

Sin embargo, la situación es que para la mayoría de personas en Pariñas, la vigencia del nuevo Código de Tránsito, no ha cambiado en nada positivo la realidad del tránsito. La mayoría de conductores siguen cometiendo las mismas infracciones que antes de la vigencia del vigente código.

En la otrora ciudad capital del petróleo peruano, lo más recurrente en infracciones, según cifras estadísticas oficiales, es el estacionamiento de vehículos motorizados en zonas rígidas, conducir habiendo consumido bebidas alcohólicas, dar la vuelta en U en vías de doble sentido, estacionarse sin importar el perjuicio que puedan causar a otras unidades y a los peatones. En ese sentido, se ha observado el poco criterio que tienen las autoridades encargadas de regular el tránsito; así como los escasos policías de tránsito al momento de dar preferencia al peatón frente a los vehículos, y también la imprudencia de muchos peatones que no respetan las señales al momento de cruzar una vía.

Al final de todo, lo cierto es que, los accidentes en las pistas continúan y hasta han cobrado la vida de inocentes personas; mientras que choferes imprudentes siguen sosteniendo el volante en estado etílico sin temor a ser sancionados por la autoridad policial, todo en contra de la vida, de la buena convivencia y del bienestar de todas las personas que integran y forman parte de una ciudad, de la sociedad, de Pariñas, capital de la provincia de Talara.

(*) Comunicador Social.

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