jueves, 25 de agosto de 2011

OPINIÓN… Abiertos al mundo

Autor:
Fritz Du Bois (*)

No hay duda de que una economía pequeña, como la peruana, requiere necesariamente estar integrada a los grandes mercados para poder aspirar a un crecimiento que sea adecuado.

Es, por ello, una buena señal que Ollanta Humala haya ratificado ante los empresarios de los países miembros del APEC que se respetarán los acuerdos comerciales que el Perú ha firmado. Disipando, de esa manera, uno de los principales temores que había generado, el cual era el riesgo de que se retorne al proteccionismo con el Perú, nuevamente, aislado y cerrado.

En realidad, probablemente lo mejor del gobierno de Alan García haya sido su interés en los tratados de libre comercio y el impulso que le dio para que sean negociados. Más aún, cuando él asumió como mandatario, el primero de ellos aún no se había firmado y concluyó su mandato teniendo acuerdos que cubrían más del 90 por ciento del comercio exterior peruano.

Tomando en cuenta lo lento que es negociar tratados –basta recordar el arancel externo común y los 30 años que el Grupo Andino se la pasó negociando–, es innegable que se ha logrado un excelente resultado.

Con ello, la economía se ha modernizado, el sector privado se está volviendo cada día más competitivo y estamos ampliando nuestros mercados, mientras que el consumidor peruano se ha beneficiado. Una situación en la cual todos han ganado.

Ahora se tiene que pasar de la retórica a la acción. Pese a que ya han sido firmados importantes tratados, como el caso de la Unión Europea y el de Japón –que, en conjunto, representan la cuarta parte de nuestras exportaciones–, aún tienen que ser implementados.

Así que lo que se requiere en la actualidad es que el Perú, siendo el que está realmente interesado, ponga empeño en limpiar obstáculos burocráticos y empuje a nuestros socios para asegurar que, cuanto antes, sean ratificados.

Sin embargo, existe el peligro de que los numerosos cambios que se están efectuando en las representaciones peruanas en el exterior terminen paralizando las gestiones de estas por algún tiempo y, luego, sea difícil que el momento sea retomado. Solo en la Unión Europea se requiere que el tratado sea traducido a 23 idiomas oficiales. Si la burocracia en Bruselas percibe que no hay mucho interés de la otra parte, el tema se puede quedar estancado y perjudicando a los que exportan hacia esos mercados. Así que esperemos que el Gobierno termine el trabajo.

(*) Periodista y Analista Político.

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