lunes, 8 de agosto de 2011

OPINIÓN...Educación: fábrica de élites y excluidos

Escribe:
Leon Trahtemberg (*)
A propósito de la manifiesta voluntad de inclusión y la búsqueda de equidad en la educación peruana expresada por el nuevo equipo de gobierno, vale la pena  aprender lo que sea posible observando experiencias de otros países con similares propósitos. 

Es el caso de las reflexiones de Joel Klein, que fuera responsable de las escuelas de Nueva York por ocho años, para luego ocupar la dirección del área educativa de Microsoft. En el artículo “El fracaso de las escuelas norteamericanas” sostiene que el sistema educativo dirigido por las autoridades para complacer a los grupos de intereses políticos y económicos y los sindicatos magisteriales, ha creado dos Estados Unidos en  cuanto a educación: uno con una élite de clase alta y uno con la clase baja que carece de habilidades para alcanzar un buen nivel de vida. Concluye diciendo que si no hay un importante reajuste de las fuerzas políticas, no habrá mejoras drásticas. (The Atlantic, junio 2011).

Para Klein las áreas básicas en las que hay que trabajar para reconstruir el sistema K-12 de Pre Escolar de 5 años -Kínder-  hasta el 12avo grado,  son tres: 

1) Mejorar la rendición de cuentas –accountability-  internamente a través de evaluaciones eficaces, y externamente, por medio de competencia entre escuelas. Pero junto con ello, tienen que haber consecuencias para quienes rindan bien y quienes rindan mal para que existan incentivos para que haya mejores desempeños de los alumnos, más eficiencia  e innovación. 

2) Atraer profesores de mejor calidad a través de la reestructuración de los sueldos y el reciclamiento o retiro de los profesores más ineficaces. Tal como sostiene McKinsey al comparer los sistemas educativos del mundo, la calidad de un sistema educativo no puede superar la calidad de los profesores que trabajan en  él.

3) Mejorar el uso de tecnologías innovadoras que permitan que el estudiante  aprenda on-line sus materias sin necesidad de asistir a la escuela, y dar exámenes que tengan el mismo valor oficial que la asistencia regular “en vivo” a la escuela a cargo de un profesor físicamente presente. Eso permitiría  desarrollar programas con los mejores profesores para ayudar al aprendizaje y dar oportunidades a todos de aprender sin tener que depender solamente del profesor que le toca en el aula. 

Klein se pregunta ¿Porqué permitimos que hayan malas escuelas y no se hace un escándalo de eso? ¿Cómo es posible que solo un tercio o menos de estudiantes del 8vo grado tengan rendimiento satisfactorio en matemáticas, ciencias ó lectura? ¿Cómo aceptamos que según reportes del Education Research Center y la ACT el 76% de los egresados de secundaria no están adecuadamente preparados para las exigencias académicas del primer año de la universidad?

Luego de un largo artículo explicativo sostiene que si un profesor logra un alto  desempeño de sus alumnos, a igualdad de condiciones de otro profesor que  logra pobrísimos resultados, el primero debe ser estimulado y el segundo debe dejar su lugar a otro mejor. Pero eso es imposible bajo los sistemas legales vigentes. Así mismo, si se establece un aumento porcentual de sueldos, el  profesor antiguo ganará más que el profesor nuevo, sin relación alguna con el desempeño de los profesores. 

Como los políticos especialmente los demócratas generalmente hacen lo que los sindicatos quieren, no hay reforma posible. Los líderes quieren miembros felices para ser reelectos y reclutar cada vez más adherentes para aumentar los recursos recaudados, el poder y la influencia. Los sindicalistas quieren estabilidad laboral perpetua, mejores remuneraciones sin relación con su  desempeño, semanas laborales más cortas, más licencias, y la oportunidad de retirarse a edades tempranas, digamos 55 años con una excelente pensión vitalicia y beneficios de salud. Tampoco quieren que entren no-docentes a cubrir plazas desiertas en áreas como matemáticas, ciencias o educación especial, ni tampoco bonos por trabajar en lugares con serias limitaciones,   porque todos deben ganar igual.

Klein sostiene que sin un liderazgo político deseoso de enfrentar reformas radicales y una ciudadanía que lo demande, el decaimiento de la educación seguirá su marcha inexorable. Guardando las distancias ¿habrá algo que aprender para el caso peruano?

(*) Periodista
Maestría en Educación

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